Opinión

LA SONRISA DE MÉXICO. UNA MONA LISA FRENTE A TRUMP

POR: VÍCTOR COLLÍ EK

Hay algo en la Mona Lisa de Leonardo da Vinci que nos atrapa cada vez que la miramos. Esa sonrisa que no explica nada, esa mirada que parece saberlo todo, ese paisaje borroso al fondo que nos deja adivinando. Es puro Renacimiento, una mezcla de calma, misterio y poder callado.

Mientras leemos las noticias de cómo México está enfrentando la amenaza de aranceles de Donald Trump, no podemos evitar pensar que nuestro país, con la presidenta al frente, está pintando su propio retrato renacentista en el lienzo de la geopolítica.

Imaginemos la escena. Washington, con su ruido de tambores y su amenaza de gravar al 25% todo lo que cruza la frontera, es como un señor feudal que exige tributos. México, en vez de arrodillarse, saca su pincel. No es una rendición, sino una danza. El canciller Juan Ramón de la Fuente vigila desde atrás. Marcelo Ebrard ya dio su pincelada con el secretario de comercio estadounidense y ahora, el gabinete de seguridad toma el liderazgo rumbo a la capital gringa para reunirse con Marco Rubio. ¿El objetivo? Mostrarle a la actual administración de los EUA que México no es solo un vecino quejumbroso, sino un jugador con cartas fuertes: 13,000 criminales atrapados, toneladas de fentanilo decomisadas, una Guardia Nacional desplegada como nunca. Es como si la presidenta dijera “Mira mi sonrisa, Presidente, y adivina quién está detrás”.

El Renacimiento era eso ¿no? Una época donde la gente despertaba, miraba el caos del mundo y decía “Yo también puedo crear algo nuevo”. Leonardo no solo pintaba, diseccionaba cuerpos, inventaba máquinas, miraba las estrellas. México hace algo parecido hoy. En Sinaloa, donde el crimen organizado se despedaza, el gobierno golpea duro, corta el flujo de la droga que invade a los EUA. Y no lo hace solo, hasta los drones gringos zumban el cielo mexicano, como si fueran aprendices de un taller renacentista colaborando con el maestro. Pero no se equivoquen, la mano que guía el pincel es mexicana. Sheinbaum no deja que la cooperación se confunda con sumisión.

Igual está la migración, ese otro grito de Trump. México responde con 10,000 guardias en la frontera, una muralla humana que Rubio mismo aplaude. Pero también le devuelve el espejo “Si hablas de cárteles, Donald, hablemos de tus armas que cruzan al sur”. Es un regateo digno de las cortes renacentistas, donde los príncipes negociaban con astucia sin perder la corona. Sheinbaum incluso manda una reforma al Congreso para castigar a los extranjeros que pisoteen la soberanía. Es su manera de decir “Este cuadro es nuestro y nadie lo toca sin permiso”.

La Mona Lisa no necesita gritar para que la vean. Su fuerza está en lo que calla, en lo que sugiere. México, frente a Trump, pinta algo parecido. No hay desplantes ni bravatas, solo resultados y una postura firme, conservando la dignidad. Sheinbaum habla de más reuniones, de una posible llamada con el presidente Trump, incluso de verse cara a cara si hace falta. Y mientras tanto, el tiempo corre, los aranceles se posponen un mes más, y el lienzo sigue tomando forma.

El Renacimiento fue un renacer, un momento en que el mundo se sacudió el polvo medieval y se atrevió a imaginar. México, en este 2025, parece estar en su propio renacimiento. No es solo una lucha contra el crimen o una pulseada con Washington, es un país que se afirma, que dibuja su rostro con la precisión de Leonardo y la audacia de un artista que sabe que el mundo lo está mirando. La pregunta que nos queda es ¿Trump entenderá el mensaje detrás de esa sonrisa? Porque, como la Mona Lisa, México no va a explicarlo todo. Y ahí está su poder.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *