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SE CUMPLEN 45 AÑOS DEL HUNDIMIENTO DE LA PANGA CAMPECHE EN ISLA AGUADA; REMEMORAN LA TRAGEDIA

Ciudad del Carmen.- Fue el 22 de agosto de 1980 cuando ocurrió la peor tragedia en la historia del Estado de Campeche: el hundimiento de la panga en Isla Aguada, Carmen, que poco a poco se ha ido perdiendo de la memoria de la nueva generación del referido pueblo costeño, lamenta don Tomás Boldo Fernández, quien narra lo que observó ese día:

Esta tragedia se ha estado perdiendo poco a poco de la memoria de la nueva generación de habitantes del pueblo costeño de Isla Aguada, localizado en el extremo oriental de la Laguna de Términos, en Campeche, México. Yo tendría unos 7 años cuando esta noticia le dio la vuelta al país y al mundo, y aún sigue siendo la mayor tragedia que ha acontecido en el estado de Campeche.

El número de víctimas sigue siendo incierto; oficialmente se manejaron 50 muertos, pero quienes participaron del rescate hablan de más de 150 personas. Eso jamás se sabrá a ciencia cierta.

Todo ocurrió un 22 de agosto de 1980. La chalana llamada Campeche, que hacía los peligrosos cruces entre Isla Aguada y Puerto Real, en la Isla del Carmen, estaba en altamar de regreso a tierra firme procedente de la Isla, teniendo en el timón al experimentado capitán, el señor Julio César Quej Parra, con más de 20 años de vivir en esos cruces.

Ese día había muy mal tiempo, se sabe que estaba azotando una de las muchas turbonadas que además traía lluvia, y los cruces estaban haciéndose muy lentos a causa de esto, lo que aumentaba la molestia de quienes tenían que ir a uno y a otro lado. Las olas eran inclementes, y ya ponían en peligro la integridad no sólo de la chalana sino de quienes estaban a bordo, muchos de los cuales no sabían nadar.

Había de todo: automóviles con familias enteras, camiones cargueros; hasta se sabe que había al menos 2 autobuses, uno de ellos de la línea de primera clase ADO, que llevaba a varios pasajeros con rumbo a Campeche y Mérida. Como dije antes, al menos se sabe que habría unas 150 personas que estaban arriesgándose al cruce así, en esas condiciones.

Mientras tanto, en el puente de mando, el capitán Parra no dejaba de mirar ansioso hacia las luces de Isla Aguada. Era de noche, las olas hacían que la panga se balanceara de manera peligrosa, el agua de mar barría la cubierta de automóviles que estaban a centímetros de la línea de flotación. Más de uno se sobresaltó, aquello ya era demasiado, pero estaban tan cerca de Isla Aguada, sólo era cuestión de esperar un poco. Ya casi…

La hora: aproximadamente las 21:00 horas tiempo local, en la orilla continental estaban quienes querían cruzar a Isla del Carmen, y entonces, en medio de la borrasca se desató el terror entre todos quienes vieron la tragedia. La panga se fue de frente al agua, completamente barrido por una ola grande que literalmente se tragó la cubierta de automóviles, todos quienes estaban a bordo hicieron lo único que se les ocurrió, tirarse al agua, y entre las olas bravas trataron de nadar a tierra firme, mientras en el muelle de Isla Aguada alguien dio la voz de alerta, no dejaban de gritar: ¡la panga se hunde, la panga se hunde, vengan todos…!

Unos 200 metros separaban a los náufragos de tierra firme, y muchos en lo que pudieron trataban de rescatar a los pocos que podían mantenerse a flote, mucha gente gritaba horrorizada viendo aquella desgracia, y esos gritos se mezclaban con los que venían del mar, era la gente que se estaba muriend0 ahogada, el ruido del viento hacía más dramático el cuadro.

Tanto de uno como de otro lado se amontonaron las personas y ambulancias de Ciudad del Carmen por un lado y de Champotón, Escárcega y Campeche del otro. Estaban con sus torretas encendidas y sus tripulantes esperaban que al menos se pudiera sacar a alguien con vida.

Sí hubo sobrevivientes, pero eran muy pocos en relación a lo que se había subido, y entonces empezaron a correr los rumores sobre cuántas almas estaban a bordo. El Gobierno Estatal mencionaba que sólo habían muerto unas 50 personas, que la gran mayoría había salvado la vida.

Pero conforme pasaban las horas se hacía patente que aquello era falso, no se dejaban de sacar cuerpos inertes del agua, y la cuenta crecía, 50, 55, 60, 80, de repente ya eran 100, y luego quién sabe.

No hallaban el cuerpo del capitán Quej Parra, a quien desde un principio achacaban esa tragedia, y fue varios días después cuando buzos de la Armada de México y de Petróleos Mexicanos hallaron los restos de la panga hundida, al examinar el puente de mandos hallaron al capitán Parra firmemente abrazado a la rueda del timón, la escena era estremecedora, sabiendo que la tragedia era inevitable prefirió seguir la vieja tradición marinera según la cual el capitán siempre se hunde con su embarcación. Fue un precio muy alto que debió pagar.

Y las investigaciones empezarían, y como dije antes, el capitán Parra era el principal culpable, pero el tiempo se encargaría de limpiar su nombre debido a una larguísima serie de anomalías que se fueron poniendo al descubierto.

Para empezar, salieron a la luz testimonios de que el mismo capitán Parra ya había reportado el lamentable estado de la panga que capitaneaba, y que, como decía la misma población, en cualquier día de estos se iba a hundir.

Parra hablaba de daños severos en el casco causados por la corrosión marina, de agujeros que había que estar reparando sobre la misma marcha, de cómo lo obligaban a salir estando malo el tiempo y otras lindezas por el estilo.

Caminos y Puentes Federales de Ingresos y S.C., que entonces administraba las pangas (hay que recordar que además de la que daba el servicio entre Isla Aguada y Puerto Real, había otra en el otro lado de la isla que iba de Zacatal a Ciudad del Carmen), puso oídos sordos ante esa petición urgente de mantenimiento a las embarcaciones, no creyeron que fuera para tanto, pero sucedió. Y, como decimos en este país: después de ahogado el niño se tapa el pozo…

Al final de cuentas el capitán Parra era el menos culpable de todo esto, pues sólo seguía órdenes, sabía que esto pasaría, pero las órdenes estaban dadas, había que hacerse a la mar y murió en cumplimiento de su deber.

Según una nota del periódico español ABC se mencionaba que el capitán Parra estaba preocupado no sólo por el mal tiempo, sino también por el hecho de que en Puerto Real los encargados de las maniobras de embarque estaban subiendo todo lo que podían a la chalana, a lo cual el capitán Parra dijo que estaban mal y que podría ser peligroso, pero no le hicieron caso y además le exigieron que partiera para darle fluidez al tránsito de autos y gente.

Luego entonces, se puede hablar de negligencia criminal, de gente que no pensaba más que en hacer dinero y dio luz verde a la tragedia metiendo automóviles y gente sin tener en cuenta el peligro del mal tiempo.

Y la población entera de Ciudad del Carmen e Isla Aguada, al igual que la de Puerto Real, levantaron la voz con rabia al mencionar que no era la primera vez que denunciaban que ya era obsoleto el servicio de pangas estando ya tan cerca el final del Siglo XX, y que era necesaria la construcción de un puente que diera a la Isla un mayor estatus de vida, pero tuvo que ocurrir la tragedia para que las abúlicas autoridades tanto estatales como federales empezaran a trabajar.

Se empezó a hacer un estudio de factibilidad para un puente, tras esto se hizo la ceremonia de la primera piedra del que habría de ser el llamado Puente de la Unidad, que empezó a operar en 1982 durante la gestión del gobernador Eugenio Echeverría Castellot y del entonces presidente José López Portillo. Al declararla inaugurada era considerado de los más largos de México.

Esta obra alivió en parte el problema de los peligrosos cruces en panga por este punto, pues del otro lado, entre Zacatal y Ciudad del Carmen aún se usaban estas embarcaciones, pero al menos ya se había hecho algo, concluye Boldo Fernández.

Vía: Visión Política Noticias.

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