LAYDA Y SU DISCURSO DE RACISMO Y CLASISMO CONTRA LAS MUJERES
El comentario de la gobernadora Layda Sansores, al afirmar que “ser mujer, ser indígena y ser pobre es lo peor que te puede pasar en la vida”, no puede pasarse por alto como una simple torpeza verbal. Estas palabras revelan un trasfondo preocupante: el peso de un pensamiento que sigue reproduciendo estigmas de racismo, clasismo y misoginia desde el poder político.
No se trata únicamente de una frase desafortunada. En un país cuya Constitución, en su artículo 1º, prohíbe cualquier tipo de discriminación, y en el que la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación obliga a los servidores públicos a abstenerse de discursos excluyentes, lo dicho por Sansores entra en franca contradicción con el marco legal. Más aún, México ha asumido compromisos internacionales como la CEDAW, el Convenio 169 de la OIT y la Convención Interamericana contra el Racismo, que exigen a las autoridades promover el respeto y la dignidad de mujeres, pueblos originarios y personas en situación de pobreza.
El mensaje de la mandataria no solo hiere la sensibilidad de miles de ciudadanos que viven esas condiciones, sino que perpetúa visiones históricamente opresivas. Ser mujer, indígena o pobre no es “lo peor”, sino un reflejo de desigualdades estructurales que el Estado tiene la obligación de combatir. Si la gobernadora de Campeche transmite esa idea desde su tribuna, entonces no solo se deslegitima a sí misma como representante, sino que contribuye a normalizar la discriminación en una sociedad que debería avanzar hacia la igualdad y la justicia.