PROPIEDAD INTELECTUAL EN LA ERA DE LA IA
Por: Víctor Collí Ek
¿Cómo regular la relación entre la inteligencia artificial y el contenido creativo? Una discusión que reunió a expertos como Martin Kretschmer, Tanya Aplin, Luke McDonagh y Madhavi Sund, puso de manifiesto que las narrativas simplistas sobre este tema nos están llevando por caminos equivocados. La idea de una batalla entre las grandes tecnológicas y las industrias creativas ignora matices cruciales.
Como señaló Kretschmer, gigantes como Google ya poseen vastos repositorios de datos. No necesitan nuevos marcos legales para entrenar sus modelos. La verdadera pregunta es qué entorno regulatorio serviría mejor a la investigación, la innovación y el sustento de los creadores individuales.
Los datos presentados son alarmantes. En los últimos 20 años de digitalización, los ingresos de artistas y autores literarios se han reducido a la mitad. Este declive comenzó antes de la IA generativa, pero plantea cuestiones profundas sobre si las regulaciones propuestas revertirán o acelerarán esta tendencia.
¿Opciones como marcos de “opt-in” versus “opt-out” para utilizar materiales con derechos de autor en el entrenamiento de IA realmente canalizarán dinero hacia los creadores individuales? ¿O simplemente consolidarán el poder de grandes intermediarios?
La conversación transcendió las cuestiones tradicionales de derechos de autor para explorar problemas emergentes sobre derechos de voz y réplicas digitales. McDonagh destacó casos como la disputa de Scarlett Johansson con OpenAI por el uso de una voz similar a la suya, y la preocupación de David Attenborough sobre narraciones de documentales clonadas mediante IA.
Estos casos tocan derechos humanos fundamentales relacionados con la identidad, la autonomía y la dignidad. ¿Deberíamos crear nuevas protecciones legales para la voz y la persona en la era de la IA? ¿O tales protecciones limitarían la expresión artística?
La dimensión internacional revela diferencias marcadas. Mientras el Reino Unido contempla un marco de “opt-out” similar al de la UE, Estados Unidos está viendo una proliferación de legislación a nivel estatal junto con propuestas federales. Esta fragmentación regulatoria crea desafíos profundos en un ecosistema digital que no conoce fronteras.
Quizás lo más provocador fue el escepticismo colectivo de estos expertos sobre si la ley de derechos de autor es la herramienta adecuada para abordar los desafíos de la IA. Como sugirió Aplin, podríamos necesitar mirar más allá de la propiedad intelectual hacia áreas como subvenciones de investigación e incentivos fiscales.
Lo que quedó sin resolver es cómo valoramos la creatividad humana en una era de producción algorítmica. En los minutos finales, el panel mencionó ejemplos como el concierto ABBA Voyage, donde las tecnologías de IA permiten nuevas formas de expresión artística. Estos ejemplos nos recuerdan que la relación entre creatividad humana e IA no tiene por qué ser adversarial.
Al navegar este terreno complejo, haríamos bien en recordar que tanto la tecnología como la ley son medios para fines humanos, no fines en sí mismos. La mayor amenaza no es que la IA reemplace a los artistas humanos, sino que creemos estructuras regulatorias que no sirvan ni al progreso tecnológico ni a los creadores humanos.