LLEVANDO LA CONTRARIA
Para confirmar su permanente oposición a las propuestas del Gobierno, Layda Sansores decidió mandar al carajo la reforma del Poder Judicial que ordena que es el pueblo el que debe elegir a sus magistrados y jueces.
Si hay algo que la gobernadora Layda Sansores San Román no ha logrado superar a lo largo de su vida, es su pertenencia al parecer eterna, a la oposición recalcitrante. Oponerse a todo, cuestionar todo, rebelarse a todo, ha sido su característica común desde que en 1995 le dio la espalda a su bancada, que entonces era del PRI, para votar en contra del incremento del 10 al 15 por ciento del IVA.
Y no es que, como presume ella en sus auto halagos y auto promociones, “siempre haya estado al lado del pueblo”, sino que siempre ha tomado decisiones con base en sus cálculos políticos, buscando su beneficio personal, o partidista o acorde a sus fines e intenciones.
Y así, en esta su calidad de eterna opositora, Layda Elena se ha rebelado, por ejemplo, a acatar las instrucciones de la presidenta Claudia Sheinbaum y de su propio partido, Morena, para hacer de la austeridad un modelo de vida y un ejemplo del “cambio verdadero” que supuestamente representan los gobiernos de la 4T.
Contrario a esa orden de la presidenta, la señora Sansores sigue ostentando sus bolsas, relojes, zapatillas, cinturones, vestidos y todo tipo de joyas con precios que rebasan en ocasiones los 500 mil pesos por prenda, como el reloj Cartier que presume de vez en cuando.
Mientras que el Estado registra más de 405 mil personas en condiciones de pobreza y extrema pobreza –el 43 por ciento de la población–, su gobernadora sigue ostentando prendas lujosas, viajando en aviones con asientos de primera clase, o en jets privados, camionetas de lujo y decenas de guardaespaldas evitando que la gente se le acerque. ¿Dónde quedó su prédica de que siempre está al lado del pueblo?
Para confirmar su permanente oposición a las propuestas del Gobierno, Layda Sansores decidió mandar al carajo la reforma del Poder Judicial que ordena que es el pueblo el que debe elegir a sus magistrados y jueces, por lo que impuso a sangre y fuego a su abogado de cabecera como presidente del Tribunal Superior de Justicia. Así garantiza que todos los expedientes judiciales que ha promovido la mandataria contra sus adversarios políticos y contra periodistas críticos, tendrán resoluciones favorables. ¿Y la división de poderes? Que se vaya también al carajo.
Mientras que el Gobierno de Sheinbaum ofrece respeto a la libertad de expresión y de manifestación, en Campeche, la gobernadora persigue judicialmente a los periodistas que la cuestionan, y envía a sus policías a golpear y detener a un grupo de mujeres que protestaban pacíficamente contra la arbitraria e ilegal imposición de Juan Pedro Alcudia como magistrado.
Como los cangrejos, el Gobierno de Layda Sansores camina hacia atrás, incrementando por su mentalidad cerrada y su soberbia inaudita, los rezagos que siguen generando pobreza y colocando a Campeche en la parte más baja del crecimiento económico. Y no hablemos de seguridad, de salud o de transparencia, porque estamos peor.