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EXPEDIENTE | MÁS DISTRACTORES DEL HUACHICOL MORENISTA

Si el discurso del régimen denominado “Cuarta Transformación”, mantiene como uno de sus temas centrales el del “combate a la corrupción”, deberían aplicar esa inveterada máxima de que “el juez por su casa empieza”, e investigar a todos y cada uno de los morenistas involucrados en el “huachicol fiscal” que nos ha costado más de 700 mil millones de pesos, empezando por el propio expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Fue célebre la postura del expresidente tabasqueño cuando se ufanaba, en los tiempos de Morena como partido opositor, que “el presidente lo sabe todo” y que si alguno de sus cercanos colaboradores estaba involucrado en actos de corrupción, necesariamente tenía que contar con el aval de su jefe máximo.

Por eso, cuando se detuvo al vicealmirante Manuel Roberto Farías, por formar parte de una red de huachicol, todos los morenistas se quedaron pasmados. El bumerang lanzado años atrás por su Gurú, le golpeaba hoy directamente en la cabeza.

Por eso es que para la presidenta Sheinbaum es mejor no hablar del tema y por eso para sus asesores, es preferible buscar distractores —lo de las inundaciones en Veracruz, Puebla y otros estados del país les cayó como ‘anillo al dedo’—, parodiando otra desafortunada expresión del que se fue a “La Chingada”.

Han proliferado las pruebas de que prominentes figuras del morenismo, entre ellos los tres hijos mayores de Andrés Manuel López Obrador, están gravemente implicados en ilegalidades. Esta semana, por ejemplo, el portal digital Código Magenta, difundió un extenso reportaje en el que detalló la forma como operaba esa red de corrupción que giraba alrededor de Andrés Manuel López Beltrán, y en la que se involucraban también sus hermanos Gonzalo Alfonso y José Ramón.

Las pruebas del involucramiento de los juniors obradoristas son contundentes, y la Fiscalía General de la República debería citar a cada uno de los personajes plenamente identificados, para abundar en las investigaciones e imponer las sanciones que correspondan. Pero ¿lo harán?

No ha dicho una sola palabra la presidenta Sheinbaum sobre esa y otras publicaciones, donde se demuestra que la enorme corrupción que propició un quebranto patrimonial a la nación de varios cientos de miles de millones de pesos, si tuvo la venia del presidente López Obrador o —otorguémosle el beneficio de la duda— de sus subalternos más cercanos. Pero si nos remitimos a los dichos del propio Andrés Manuel, de que “el presidente lo sabe todo”, entonces tenemos que retirarle ese beneficio y afirmar de manera contundente que él estaba enterado de todo, y que, como los hechos de corrupción sí ocurrieron, dio su aval para todo.

No se deben detener estas investigaciones ni por fanatismos ni por cortinas de humo. Existen en las redes sociales hordas de bots y de fanáticos reales que se resisten a abrir los ojos y a reconocer que el sexenio anterior no fue todo lo pulcro ni lo impoluto que presumen los ideólogos de la 4T. Estos fanatizados “analistas” suponen que con acusar de “prianistas ardidos” a quienes presentan estas pruebas de la corrupción morenista, se acaba la discusión. Pero no es así.

Hay otros operadores morenistas que siguen inventando buscapiés y fuegos artificiales para distraer al pueblo, para que no exija justicia y sanciones a los “hijos de papi” que se hicieron insultantemente ricos, gracias a esa red de corrupción en donde ellos negociaban los contratos, y los pagos por los servicios prestados, a cambio de multimillonarias comisiones. Y no, no son inventos ni mitos. Son crudas realidades que lastimaron dolorosamente a este país.

¿Por qué no ha hablado de este tema la gobernadora Sansores? ¿Acaso porque ella se benefició por esa red de corrupción que incluyó el huachicol fiscal de donde salieron grandes partidas de dinero para las campañas morenistas de 2021, incluyendo la suya?
Layda Sansores sigue obsesionada en expropiar terrenos supuestamente propiedad de Alejandro Moreno y utiliza los equipos, infraestructura, dependencias e instituciones del Gobierno del Estado para sustentar sus acusaciones, pero hasta el momento no ha logrado demostrar nada. Sigue hablando de suposiciones.

Claro, el objetivo es distraer a la opinión pública campechana. La idea es gritar “al ladrón, al ladrón”, refiriéndose a Alito y a sus adversarios políticos, mientras que los verdaderos saqueadores reciben la protección e inmunidad que les permite disfrutar de su dinero mal habido.

Vale la pena insistir en el tema: las investigaciones han identificado con nombres y apellidos a los operadores de esa amplia red de corrupción y tres de ellos se llaman Andrés Manuel, Gonzalo Alfonso y José Ramón, y se apellidan López Beltrán. Son hijos, para más señas, del expresidente Andrés Manuel López Obrador. ¿Irán por ellos o seguiremos con estos distractores y bolas de humo?

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