CUATRO AÑOS DE NADA
O le quedó grande el cargo, o no se preparó para ejercerlo, o no tiene la capacidad para desempeñarlo, o se ha rodeado, sencillamente de puros ineptos…
Las imágenes del desastroso estado en que se encuentra la carretera estatal Palizada-Santa Adelaida, retratan, en una mínima parte, el fracaso de estos primeros cuatro años de la Administración de la gobernadora Layda Sansores San Román.
Simplemente le quedó grande el cargo, o no se preparó para ejercerlo, o no tiene la capacidad para desempeñarlo, o se ha rodeado, sencillamente de puros ineptos. La realidad es la misma: Campeche está peor que hace cuatro años.
No faltará alguno de sus matraqueros a sueldo en responder que hace cuatro años no había tren ligero, y les diremos que sí, en efecto es la única novedad que podría “presumir” en su informe, aunque el trasfondo del tema sea la superficialidad con que se atacan los problemas en Campeche. De entrada el vagón con llantas no era una prioridad, sino un lujo que nos costó carísimo a todos. No va servir más que para dar paseos sabatinos o dominicales, pero después de un viaje, ya nadie regresará a “pasear” su circuito.
Así como está la carretera Palizada-Santa Adelaida, están numerosas carreteras estatales. Las del Municipio de Hopelchén por ejemplo. Las del Valle de Edzná, en Champotón, la de Tankuché a Isla Arena en Calkiní, las que llevan a las comunidades rurales de Hecelchakán, Escárcega o de Candelaria, etcétera. Los caminos rurales y estatales están destruidos y la gobernadora y su equipo hacen nada para resolverlo.
Y así están los hospitales y centros de salud. Los diputados morenistas suponen que con “puntos de acuerdo” o “exhortos” mejorará la situación, pero ni las medicinas ni los médicos llegan por el voto mayoritario de la bancada oficialista. Ellos sí pudieran modificar el presupuesto del Estado y destinar más recursos para esos rubros y otros que sean prioritarios, pero prefirieron dar más dinero a comunicación social, que a pesca, por ejemplo. Ellos solo obedecen las órdenes de su jefa.
En seguridad ni hablemos. La policía dispone de presupuestos multimillonarios pero la jefa Marcela Muñoz o no sabe cómo invertirlo o los desvía a otros rubros. Las patrullas, las motocicletas, las camionetas, los equipos, las instalaciones están en pésimas condiciones, como si sufrieran recortes presupuestales. Pero no. Hay dinero. Mal invertido, pero hay.
En educación ni hablar. Durante el ciclo escolar todos los días hubo plantones en alguna escuela de algún municipio campechano por deficiencias de todo tipo: en energía eléctrica, en baños, en bardas, en equipos, en maestros, en infraestructura, etcétera. Y no les resuelven, solo les prorrogan la solución.
Y así todos los rubros. No hay nada qué presumir. Nada qué informar. Se necesitaría mucha valentía para admitir que han fracasado, y para ofrecer que van a enderezar el rumbo. Es más grande su soberbia. Es más fácil pregonar fantasías, que trabajar bien, para dar resultados.