Opinión

CONSEJERA NON GRATA

No se siente igual andar entre periodistas cómodos, chayoteros, matraqueros y “chupetas” (como se autocalificó Tomás Zapata), que entre reporteros que cuestionan con severidad los abusos del poder…

Contrario a la acostumbrada actitud déspota y prepotente de su programa de los martes, en que suelta la lengua para atacar a sus adversarios políticos y a los periodistas críticos, el pasado domingo, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román se mostró insegura, temerosa y quizá acorralada por el reclamo airado de todos los sectores sociales debido a su práctica de censurar y atacar a la libertad de expresión.

Con su vocero y sirviente, Walther Patrón Bacab a su lado, tratando de alejar a los periodistas que se le atravesaban para obligarla a responder,  a la señora Sansores se le olvidó que ella es la defensora de las mujeres, que el combate a la misoginia es su principal motivación para censurar a los medios de información y periodistas críticos, y que su verdad brilla como el sol en medio de la oscuridad de los “medios chayoteros”.

Quizá no se siente igual andar entre periodistas cómodos, chayoteros, matraqueros y “chupetas” (como se autocalificó Tomás Zapata), que entre reporteros que cuestionan con severidad los abusos del poder, y que saben que la “lucha” de la mandataria campechana nada tiene que ver con la dignificación de los medios informativos independientes, sino con su sometimiento, con sujetarlos a control y censura, como planteó su consejero jurídico Pedro Alcudia.

Durante la octava sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Morena que se realizó el pasado domingo en la Ciudad de México, la presencia de la gobernanta campechana se asemejó al prietito en el arroz, al lunar en medio de la nariz, al tono desafinado que desentona en la armonía de un concierto.

Y que paradójico, que hasta un senador, exgobernador y exsecretario de Gobernación con fuertes sospechas de tener vínculos con el narcotráfico como es Adán Augusto López Hernández, recibió el apoyo moral de sus compañeros de partido, mientras que a la censora, represora y acosadora de la libertad de expresión, la señora Sansores ni la voltearon a ver. Es más, fingieron que no estaba, porque con sus desmesuradas acciones de censura, mancha aún más el cada vez más desprestigiado nombre de Morena en el país.

Tal vez deberían los consejeros nacionales de Morena aprobar un pronunciamiento a favor de la libertad de expresión y en contra de la censura, para tratar de recuperar sus espacios perdidos, pero saben que por institucionalidad –en el fondo la mayoría vienen del PRI—no podrían lanzarse duro contra una de sus correligionarias. Pero deberían hacerlo, porque se han ganado amplio repudio nacional y sus bonos se están desplomando.

Personajes como la gobernadora de Campeche no abonan al fortalecimiento de la 4T. Por el contrario, lo desnudan y retratan como lo que realmente son: farsantes que se valen de todo para erosionar a nuestra frágil democracia.

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