Opinión

¿AUTORITARISMO? SOBERBIA? TERQUEDAD?

“Cuando les quieres dar algo más se vuelven muy exigentes. ¡Que tengan paciencia!”: Layda Sansores a los ciudadanos que demandan reconsideración a las rutas del Ko’ox.

Es increíble que hasta lo que parecía ser un buen proyecto para mejorar las condiciones de vida de los campechanos de la capital, a través de la entrada en funcionamiento de 102 modernos autobuses del transporte urbano, se haya convertido en un conflicto político para la gobernadora y sus asesores.

La terquedad y obcecación de la gobernadora Sansores y su equipo de asesores, para no corregir los gigantescos errores que existen enla implementación del nuevo servicio de transporte público, podría derivar en otra terrible división entre el pueblo y sus gobernantes.

Y aquí la ecuación es muy simple: el pueblo pide diálogo, análisis de los errores cometidos y corrección de los mismos; el Gobierno, en su monumental soberbia, su creciente autoritarismo y su arraigada terquedad, responde que no. Que hay diálogo, pero de nada sirve escuchar a los ciudadanos porque las cosas se van a seguir haciendo como el Gobierno diga.

Y además, viene el regaño de la mandataria a los ciudadanos inconformes: “cada vez se vuelven más exigentes”. Como si el reclamo del pueblo a sus gobernantes para que hagan las cosas bien fuera una novedad, o constituyera un delito o una apología a la delincuencia.

Y no, aquí el tema es que la sociedad se ha transformado. ¿No es esco lo que quería acaso la 4T? Ha evolucionado, y ha abandonado el conformismo y la mediocridad. Por eso de nada han servido los llamados de los bots del Gobierno o de los periodistas chayoteros, para “aceptar” y “acostumbrarse” al nuevo sistema que nos quieren imponer a pesar de su evidente infuncionalidad.

Hay muchos ajustes que deberán implementarse aunque el Gobierno se resista. No se descarta que el pueblo salga a las calles a marchar para exigir esos ajustes, o que, en otra forma más radical de protestar, secuestren unidades, bloqueen calles o se planten en edificios públicos para ser escuchados. Lo lamentable es que el propio Gobierno esté fomentando esas rebeliones populares, por su terquedad para bno reconocer que también se equivocan.

Qué pena que lo que pudo haber sido un día de fiesta popular, que lo que pudo reconciliar a la mandataria con esos segmentos populares que la repudian, se haya convertido en un motivo más para la protesta, para la inconformidad popular, y para un mayor alejamiento del pueblo con su Gobierno. Y aquí pega lo que diría don Herculano: “ni empinado quedo bien”.

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