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EN LAS TRIPAS DEL JAGUAR: 25 DE NOVIEMBRE DE 2025

SIN RADIOTERAPIAS EL ONCOLÓGICO.

Layda Sansores ya debió haber informado qué está pasando en el Centro Estatal de Oncología, donde familiares de pacientes denuncian la falta de atención médica y que desde hace dos semanas no brindan radioterapias a los enfermos. Al parecer en su gobierno sí hay dinero para subsidiar el mal proyectado Koóx, pero no para prestar servicios médicos a los que padecen cáncer.

En una publicación en Facebook del 7 de noviembre, Layda Sansores reconoció que apenas alcanzaba un 89% de abasto de medicamentos en ese nosocomio, pero de acuerdo a versiones del personal esto es mentira, el IMSS Bienestar no ha surtido la totalidad de los medicamentos y que por esa razón no se brindan los tratamientos que requieren los enfermos.

Llama la atención que la semana pasada Layda Sansores se reunió con Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, junto con los demás gobernadores de Morena, para checar los supuestos “avances” del IMSS Bienestar. ¿Qué reportó? Porque aquí los hospitales en general siguen reportando desabasto de medicamentos, muy limitada atención médica y que están en pésimas condiciones los equipos y las instalaciones. ¿Por qué sigue mintiendo la gobernanta? 

LAYDA APODA Y DESCALIFICA. ¿ASÍ QUIERE RESPETO?

Los Frentes Políticos, de Excélsior, comentan del “Desdén” con el que Layda Sansores se refiere a la marcha de la Generación Z y critican la violencia de sus referencias a periodistas, como es el caso de Jorge González Valdéz, a quien nuevamente llamó don Piraña. Reproducimos.

“La gobernadora de Campeche, Layda Sansores, volvió a minimizar la movilización juvenil de la marcha de la Generación Z. Afirmó que en su estado no llegaron ‘ni 100’ personas y que quienes asistieron ‘ya que están más para allá que para acá’. La señora sigue confiando en sus dotes histriónicos para comunicarse, pero más allá de las cifras, lo preocupante es el tono con el que ridiculiza la protesta y a los periodistas que la reportan, como Jorge González Valdéz, a quien volvió a llamar don Piraña. Mientras jóvenes se organizan en las calles, Layda se refugia en descalificaciones. Ridiculizar el descontento no lo borra, lo amplifica. ¡Ay, señora…!”

¿Se vale llamarse con apodos? ¿No va a llorar ni denunciar cuando le llamen Doña Corrupta, Boca de Cherna, Mamá de Chucky, Goberladrona y demás sobrenombres que ya le endilgan en redes sociales? Porque quien quiere que se le respete, debe iniciar por respetar a los demás. ¿Qué opina al respecto? El que se lleva, ¿se aguanta?

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