LA GOBERNADORA NUEVAMENTE SE NIEGA A ESCUCHAR AL PUEBLO

El conflicto con el nuevo sistema de transporte público reafirma algo que muchos campechanos han sentido: la gobernadora de Campeche no escucha al pueblo. El enojo por los transbordos del Ko’ox, los trayectos alargados, las caminatas imposibles para personas mayores o con discapacidad y los empleos perdidos por retrasos no son detalles técnicos. Son problemas que afectan la vida diaria. Y aun así, la gobernadora hace oídos sordos al reclamo de prácticamente toda la capital de Campeche: quieren de vuelta las rutas directas, no este sistema que solo complicó la movilidad. En la calle 8 de Samulá lo dijeron sin adornos: “Se ve que no le interesa el pueblo”. No lo dijeron con rabia gratuita. Lo dijeron con hartazgo.
No es la primera vez que la gobernadora hace oídos sordos al pueblo campechano. Cuando miles marcharon exigiendo la salida de la secretaria consentida de la gobernadora, Marcela Muñoz, la protesta se convirtió en una de las más grandes que ha visto el estado en años. Fue un llamado directo para que el gobierno atendiera la crisis en la policía. Pero Layda Sansores se negó incluso a debatir el tema y desestimó las demandas como “caprichos”. Hoy el guion se repite con el transporte: la gente señala un problema real, pide soluciones sencillas y urgentes, y la respuesta es la cerrazón.
La historia se repite porque la distancia entre el gobierno y la ciudadanía se vuelve más marcada. Primero con la policía, ahora con el transporte, mañana quién sabe dónde. Campeche está hablando claro, pero la gobernadora parece vivir en un estado donde el ruido ciudadano no llega. Ese es el problema de fondo. Porque cuando un gobierno deja de escuchar, también deja de gobernar con su gente. Y hoy, más que nunca, el reclamo es uno solo, pero Layda Sansores no escucha al pueblo que la llevó al poder.

