MUJERES INDEFENSAS
Qué paradoja que la primera Administración estatal que encabeza una mujer les haya dado la espalda en los hechos y que su feminismo se estanque en el discurso y el ataque contra sus imaginarios misóginos…
En manos de Vania Kelleher Hernández, el Instituto de la Mujer del Estado de Campeche se ha convertido en un verdadero elefante blanco. No se ha involucrado en los grandes temas de la agenda estatal y ha sido más bien una institución burocrática creada para simular que en Campeche, ellas son escuchadas y atendidas.
Cuando las mujeres policías fueron violentadas en el fallido operativo efectuado en el penal de San Francisco Kobén a mediados de marzo del año pasado, Vania Kelleher guardó silencio. No se atrevió siquiera a recibir en audiencia a las quejosas. Prevaleció la orden de proteger, encubrir y defender a la única mujer, fuera de su familia, que realmente le importa a la gobernadora: Marcela Muñoz Martínez.
No en balde las auténticas agrupaciones feministas, las que no son alentadas para “blanquear” la imagen de este Gobierno, la repudian y la repelen. El nombre de Vania aparece en las pintas que las feministas hacen cada 8 de marzo y los reclamos son airados y serios. Solo el silencio obtienen por respuesta.
En el caso de la joven estudiante universitaria Susan Saravia, quien fue violada por la manada de tres jovencitos vinculados con Morena y con el Gobierno del Estado, la directora del Instituto de la Mujer ni siquiera se atrevió a emitir su opinión. Le valió un comino que los presuntos violadores y sus madres-defensoras la estén revictimizando a cada rato y que se esmeren todos los días en desprestigiarlas por los canales que les abren sus puertas.
No hay políticas públicas para la mujer campechana. No hay programas sociales dirigidas hacia ellas, fuera de los que se impulsa desde el Gobierno de la República. No hay gestiones, no hay apoyos, no hay representatividad.
Por eso es falso el pregón de la gobernadora cuando se asume como la principal defensora de las mujeres. Si lo fuera, los violadores de Susan ya estuvieran en la cárcel, y los asesinos de la empresaria ganadera Araceli Contreras ni siquiera hubieran consumado su crimen.
Qué paradoja que la primera Administración estatal que encabeza una mujer les haya dado la espalda en los hechos. En el discurso, y en sus ataques contra sus enemigos, la gobernadora Sansores arremete contra los misóginos, y hasta los “exhibe” en su galería de los más notables. Pero se trata de personalidades que la han atacado a ella, o que la han cuestionado públicamente o que son sus periodistas más críticos. Jamás ha defendido con esa “pasión”, con la que se defiende ella misma, a las campechanas que realmente han sido lastimadas.
Su respeto a las mujeres, su interés por defenderlas se evidencia con el Instituto creada para ellas, el cual se ha convertido en un cascarón vacío, es una institución en la que ya nadie cree.