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Tren fantasma

Hay más gente agarrando el trenecito del Centenario en Cabezolandia, que este trenecito ligero que mejor deberían bautizarlo como tren fantasma…

Doña Chela decidió iniciar su primera semana vacacional de verano llevando a sus dos nietecitos a “dar una vuelta” por el trenecito Temu. Agarró un camión urbano que lo dejó en la glorieta de la unidad habitacional siglo XXI, a unos metros del Periférico y de ahí caminó hasta el paradero más cercano. Esperaba llegar a la estación del Centro Histórico como a las 11 de la mañana, pasear por los parques y comercios, y regresar a su hogar alrededor de las dos de la tarde, a la hora de la comida.

Llegó al paradero de “Siglo XXI” alrededor de las diez de la mañana y se extrañó der no ver a la gente amontonada en espera de los vagones con llantas. No había un alma esperando, lo que claramente contrastaba con las fotografías difundidas en los medios matraqueros de la Tía gobernanta, en que cientos de personas con playeras guindas, abordaban felices el nuevo trenecito.

–Esto no está bien, pensó la sexagenaria exempleada de Gobierno. Si se supone que estamos en pleno periodo vacacional de verano, esto debería estar saturado de paseantes. El Tren Maya debió habilitar unas  corridas extras para atender al torrente de turistas que nos visitaba cada año, pero nada, pensaba.

Junto con sus nietos, que vinieron a visitarla desde la capital de Cabezolandia, decidieron sentarse a esperar la llegada de los vagones  (carísimos por cierto) que prestaban el servicio. Transcurrieron los minutos, y a la hora exacta, sus pequeños descendientes empezaron a dar señales de aburrimiento.

–“Abuela, le dijo el más pequeño, hay más gente agarrando el trenecito del Centenario, que este tren ligero que mejor deberían bautizarlo como tren fantasma”.

Impaciente, doña Chela decidió investigar. Vio pasar una patrulla de la Guardia Nacional y se aventuró a preguntarle a los agentes si de casualidad no se había descarrilado el tren, o lo secuestraron o había sucedido alguna desgracia, porque llevaba más de una hora esperando, y según la Tía gobernanta, el servicio iba a ser cada 20 minutos.

–Uy señora, está usted atrasada de información, le respondió el militar que estaba al mando. El Tren solo va tener cuatro salidas y el próximo va ser como en hora y media, así que usted sabe si quiere esperar o mejor agarra un taxi”.

El rostro de doña Chela se puso rojo como un tomate, pero se esperó a que la camioneta de la Guardia Nacional se alejara para lanzar toda suerte de improperios porque sus planes de ir a dar una vuelta en el trenecito  se vieron frustrados.

–“Solamente a mí me pasan estas cosas, por creerle a gente mentirosa, farsante y defraudadora. Qué tren ligero ni que su abuela, esto va ser un rotundo fracaso, porque va ser más fácil ganarme el melate que atinarle al horario de llegada y salida de esta bazofia de transporte” exclamó visiblemente enojada.

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