Opinión

SE LEVANTA EL CAMPO

Como siempre, el apoyo se partidizó. Si te inscriben en el padrón si eres de las de las filas guindas. Si eres contrario, te mandan a la fila que nunca avanza.

Era previsible que el agro campechano, y el de todo el país, se cansara de promesas huecas, de abiertas traiciones a sus intereses, de cerrazón al diálogo y los acuerdos, y de cada vez menos apoyos para la producción y la comercialización. Tarde o temprano, los campesinos tendrían que regresar a lo suyo, que es la protesta, la presión, los bloqueos, la confrontación, etcétera, para que les hagan caso.

A nivel nacional, los labriegos ya comprobaron que la desatención a sus demandas no es asunto de ideología, o del color del partido que se encuentra en el Gobierno. Se trata de un desdén ancestral que no ha variado así nos gobierne el PRI, el PAN o Morena.

En Campeche las cosas no han sido diferentes. Al igual que en todo el país, llevan siete años sin apoyos para la producción. Se dice que les sueltan millonarias cantidades a través de diferentes programas –por ejemplo sembrando vida—pero la realidad es que, como siempre, el apoyo se partidizó. Si te inscriben en el padrón si eres de las de las filas guindas. Si eres contrario, te mandan a la fila que nunca avanza.

No hay evidencias ni fotográficas ni en video, de que la gobernadora Layda Sansores se haya reunido alguna vez con las agrupaciones de productores. No se le ha visto recorrer las zonas de cultivo, acompañarlos a la hora de la cosecha o dando el banderazo de salida para la comercialización.

Es luego entonces, una gobernadora ausente, lejana al campo. Y para colmo aquellos a quienes encomendó la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, llegaron a saquear y a apoderarse de los apoyos, en perjuicio de quienes realmente lo necesitan, porque son los que cultivan los alimentos que comemos.

Parece inentendible que el Gobierno morenista, que surgió de las luchas agraristas, campesinas, urbanas, estudiantiles y demás, ahora se encierre en la comodidad de sus oficinas cada vez que los labriegos van a verlos para pedirles apoyo. Se aburguesaron pronto, como le ocurrió a Fernández Noroña por ejemplo, y ya no quieren regresar a esos tiempos de pantalones de mezclilla, huarachitos y mochila al hombro.

Pero este levantamiento campesino que estamos viendo en Campeche y en todo el país, tiene una razón de ser y un mensaje directo: ya se nos acabó la paciencia y ahora resuelves, apoyas, gestionas y atiendes nuestras demandas, o te vas.

Que este ultimátum venga aparejado con la irrupción del movimiento encabezado por la Generación Z, también tiene un mensaje. Es el hastío ciudadano porque este Gobierno también nos ha decepcionado terriblemente.

Ojalá las autoridades interpreten a tiempo el mensaje, antes que esta situación se salga de control.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *