Opinión

ZONAS ECONÓMICAS ESPECIALES VS. POLOS DEL BIENESTAR: LA OPORTUNIDAD PERDIDA Y LAS CONTRADICCIONES DE LA 4T

Por El Articulista Económico

En 2019, el gobierno de la 4T tomó una decisión que cambió el rumbo del desarrollo del sur-sureste: canceló las Zonas Económicas Especiales, calificándolas de “fracaso neoliberal”. Seis años después, intenta revivir la idea bajo otro nombre: Polos del Bienestar. Pero lo que hoy se presenta como novedad no es más que un espejismo empobrecido, sin cimientos legales ni institucionales.

Las Zonas Económicas Especiales, aunque perfectibles, contaban con una ley federal aprobada por mayoría calificada en el Congreso que garantizaba estabilidad jurídica, una Autoridad Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales con oficinas en los estados y convenios con gobiernos locales, incentivos fiscales, aduanales y financieros claros y permanentes para atraer inversión, y planeación plurianual con infraestructura comprometida y reglas de operación definidas.

En Campeche, Seybaplaya y Carmen estaban contemplados como polos estratégicos para detonar la economía tras la crisis petrolera.
En contraste, los Polos del Bienestar son un proyecto improvisado. No tienen ley federal que los respalde y existen solo por decretos administrativos; pueden desaparecer con la firma de un presidente, carecen de incentivos fiscales competitivos, no cuentan con autoridad ejecutiva sólida ni coordinación efectiva entre Federación y estados, y la falta de reglas operativas genera incertidumbre y aleja inversión.

Mientras las Zonas Económicas Especiales ofrecían seguridad jurídica a 15 o 20 años, los Polos del Bienestar generan desconfianza: un inversionista no arriesga capital en un proyecto que puede desaparecer en el próximo sexenio.

El mayor absurdo es que muchos Polos del Bienestar están ubicados en los mismos sitios donde antes se habían proyectado las Zonas Económicas Especiales. La 4T destruyó un modelo robusto para luego reciclarlo debilitado y sin garantías.

En el caso de Campeche, lo que pudo ser un motor de diversificación productiva se convirtió en una promesa hueca: sin inversión extranjera, sin certeza jurídica y sin visión de futuro.

Se perdieron años de trabajo técnico e institucionalidad ya construida con las Zonas Económicas Especiales, se destruyó la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros que buscaban certeza a largo plazo, y se desperdició la oportunidad de generar empleos de calidad en el sur-sureste en un momento crítico tras el declive petrolero.

Hoy, mientras la propaganda celebra a los Polos del Bienestar, la realidad es que la región sigue esperando inversión real.

Las Zonas Económicas Especiales representaban un modelo con sustento legal e institucional. Los Polos del Bienestar son un eslogan sin garantías. La 4T prometió acabar con los “privilegios neoliberales”, pero en su lugar dejó al sur-sureste con un modelo débil, centralista y propagandístico, que no atrae capital ni genera desarrollo. La oportunidad perdida es irreparable. Y Campeche, otra vez, quedó atrapado entre la improvisación y la propaganda

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