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Políticos de cristal…

Esta arremetida represora ya no es solo contra los periodistas, sino contra todo aquél que se atreva a ofender, insultar o gritarle sus verdades a los políticos que se encuentran en el poder…

El mal –pésimo—ejemplo de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román para censurar al periodista Jorge Luis González Valdez y al periódico TRIBUNA, se ha replicado, lamentablemente, en otras entidades del país.
Lo que quiso presentarse como “un hito histórico” de la mandataria campechana “en defensa” de las mujeres y “en contra de las agresiones y los insultos” que les prodigan, terminó siendo paradójicamente, el inicio de una gran embestida nacional en contra de la libertad de expresión y a favor de la censura.
Y como habíamos anticipado, esta arremetida represora ya no es solo contra los periodistas, sino contra todo aquél que se atreva a ofender, insultar o gritarle sus verdades a los políticos que se encuentran en el poder. Si se sienten agraviados y dañados en su honor, proceden a la demanda, y las autoridades –ministerios públicos, juzgados, tribunales e institutos electorales—les conceden la razón sin entrar en el fondo del tema, sin analizar con detenimiento cada caso.
Luego de que los congresos, tanto de la Unión, como los estatales, validaron (2018/2019), las reformas para despojar del fuero a los servidores y eliminarles el privilegio que durante décadas les permitió evadir la justicia a quienes la violentaban, el grupo gobernante empezó a incorporar figuras jurídicas para evitar el cuestionamiento público.
Se sacaron de la manga entonces, aberraciones como “la incitación al odio y la violencia”; “violencia política en razón de género” o “ciber asedio”, y reforzaron otras figuras ya existentes como la “difamación” y la “calumnia” para atar a quienes, desde sus trincheras los podían exhibir como corruptos, abusivos y delincuentes que eran.
Otro paso fundamental para esconder la verdad fue la desaparición de los órganos de transparencia y acceso a la información pública, con lo que cerraron los canales mediante los cuales los periodistas de investigación venían documentando los abusos de nuestros gobernantes.
En otras palabras, los hombres del poder –ya en tiempos de la 4T por cierto—aceptaron perder el fuero que les daba impunidad, pero por otro lado, se blindaron con leyes que los protegen de cualquier cuestionamiento público que les resultase incómodo. Hoy, ya tienen a los jueces y a las autoridades electorales a su servicio, para que, en lugar de responder a los señalamientos de sus yerros, tengan la posibilidad de callar bocas, cerrar medios de información e incluso encarcelar a los que se atrevan a sacarlos de su zona de confort y privilegios.
Aparecieron entonces los “políticos de cristal”, los que se rompen ante cualquier crítica, y que se refugian en las faldas de sus leyes y sus jueces, para castigar con todo el rigor de la ley a quienes los “lastimaron”. Y así, hoy tenemos a los peores servidores públicos de toda la historia de México: abusivos, corruptos, llorones, y represores…

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