Opinión

PODERES GENUFLEXOS

Campeche es un ejemplo del retroceso en la libertad de expresión, y de la resurrección de la censura previa y del control de las publicaciones de los periodistas.

Como parte de un ritual que raya en la obsolescencia y en la inutilidad, esta semana rindió su informe anual de actividades, el titular del Poder Judicial, el magistrado Manuel Enrique Minet Marrero, y hoy hará lo propio el presidente del Congreso, José Antonio Jiménez Gutiérrez.

De los dos no hacemos a un servidor público íntegro, responsable, demócrata y honesto. Ambos, por el contrario, encarnan eso que tanto criticaban y repudiaban los fundadores de eso que llaman “Cuarta Transformación”: funcionarios serviles, sumisos, entregados, obedientes, abyectos y traidores a sus principios y valores, si es que alguna vez los tuvieron.

Minet Marrero ha permitido que sus jueces y magistrados avalen la vulneración de los derechos fundamentales de los periodistas y de los ciudadanos. Han dinamitado el principio fundamental de la democracia, que es la libertad de expresión, y han colocado por encima de estos valores, el de la protección y la impunidad de los gobernantes, a través de su “violencia política en razón de género” o su “incitación al odio y a la violencia”.

Campeche es un ejemplo del retroceso en la libertad de expresión, y un lamentable ejemplo de la resurrección de la censura previa y del control de las publicaciones de los periodistas. Y esto es gracias a Manuel Enrique Minet Marrero y su séquito de serviles jueces y magistrados.

En el Poder Legislativo no se cantan mal las rancheras. José Antonio Jiménez Gutiérrez es un empleado incondicional de la gobernadora. No es capaz de hacer valer la independencia y autonomía en las decisiones que deben tomar los diputados, por el contrario, su abyección ha dado paso a la aprobación de leyes aberrantes que nos han puesto en la mira de la burla nacional y en el mal ejemplo de lo que no debe hacerse.

Por eso no es importante lo que hoy tenga que decir el diputado Jiménez Gutiérrez. Por eso leerá un discurso hueco, insustancial y fantasioso, porque intentará pintar una realidad plural que no existe. No escucha a sus contrarios, no comparte la mesa directiva con los otros grupos parlamentarios, y no incorpora a las leyes lo que opinen o propongan los diputados que no sean sus aliados.

Quienes no se cansan de defender a este nefasto y fallido Gobierno –unos porque están idiotas y otros porque cobran muy bien—nos van a salir con su cantaleta de que así ha sido siempre y de que “era peor” durante los Gobiernos del “PRIAN”, pero saben que esas solo son excusas para disfrazar su fracaso como un Gobierno diferente, plural, democrático y verdaderamente inclusivo.

Han perdido incluso el pudor y la diplomacia para su rastrerismo y se han manifestado como lo que son: gente sin principios ni valores que cambia sus convicciones a cambio de unas cuantas monedas, y de una miseria de poder. Una auténtica vergüenza.

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