VALLAS PARA LIZ
Es muy difícil creer que ella misma se hubiera aislado, o hubiera ordenado que la aíslen, cuando todos los días la vemos tratando de sumar a cuanto adepto pueda, a su causa política.
Sabido es que el corazón del presidente del Congreso, el diputado Toñito Jiménez está totalmente entregado a las aspiraciones sucesorias del edil carmelita Pablo Gutiérrez Lazarus, pero exhibir a la principal contendiente de su “gallo” como una persona cerrada e inaccesible para el común de los mortales, no fue precisamente un gesto diplomático ni parte de un juego limpio.
Por eso es que se vio muy mal que la sede del recinto legislativo fuera cercado ayer con vallas durante la ceremonia en que la secretaria de Gobierno, Elisa María Hernández Romero, entregó al Congreso el texto que contiene el documento y el anexo estadístico del IV Informe de Gobierno de la señora Sansores San Román.
El mensaje que envió el diputado Toñito a doña Liz fue muy claro: desde el Congreso del Estado vamos a ponerte obstáculos, vallas, piedras, bardas y espinas a tus aspiraciones de suceder en el cuarto piso a la gobernadora Layda Sansores.
Porque es muy difícil creer que ella misma se hubiera aislado, o hubiera ordenado que la aíslen, cuando todos los días la vemos tratando de sumar a cuanto adepto pueda, a su causa política.
Por lo demás, el evento fue incoloro, insaboro e inodoro. Sin la mayor trascendencia en el ámbito político, porque la señora Hernández Romero se limitó –¿o la limitaron?—a enviar un mensaje que no tuvo ni profundidad ni contenido. Vaya, ni siquiera pudo justificar la ausencia de su jefa para incumplir por cuarta vez, su obligación de ir al Congreso a entregar “su” informe.
El quorum del Palacio Legislativo tampoco envió algún mensaje inquietante. De entrada solo fueron 29 de los 35 diputados. Catorce le dieron la espalda a las aspiraciones sucesorias de doña Liz, y no hubo entre los asistentes representantes empresariales, de agrupaciones sociales, de la sociedad civil, vaya, ni las “búfalas” de las colonias para que con gritos y porras le dieran su respaldo a la secretaria de Gobierno.
Y sobre la opacidad con que se ha manejado el Gobierno Sansoirista, doña Liz no nos perdonó ni la burla, cuando convocó a “que cada peso público rinda y se ejerza con honradez, para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos y el bienestar de nuestras familias campechanas”. Debió decirnos en qué se han gastado más de 100 mil millones de pesos, pero seguramente que ni ella lo sabe.
Hernández Romero se despidió haciendo un llamado a la unidad: “por la construcción de la paz, la gobernabilidad y el desarrollo, los invito a trabajar en unidad, poniendo siempre el corazón por este Campeche que tanto amamos”. Y tan tan. Se acabó el evento desabrido, insípido y además, cerrado.