MIRANDO AL OTRO LADO | VENEZUELA: RETAGUARDIA DE LA 4T
Por: Ricardo Pascoe | El Heraldo de México
El 10 de enero de 2025 se instaló, oficialmente, una dictadura en Venezuela. Pocos países asistieron al evento de imposición de Nicolás Maduro, después del fraude electoral realizado por él mismo y su partido. Asistieron al lúgubre evento los Presidentes de Cuba y Nicaragua. Los otros dos países presentes de América Latina fueron la canciller de Bolivia y el embajador de México.
Ningún otro país de América Latina asistió a convalidar el fraude electoral más escandaloso y represivo de la historia del continente. Cuatro países latinoamericanos pasan a las filas de la ignominia: Cuba, Nicaragua, Bolivia y México. Venezuela completa la quinteta.
Simplemente para medir el carácter ideológico del evento, es de mencionar al resto de los países asistentes: representantes de Rusia y de China, de Argelia, Burkina Faso, Uganda, Nigeria, Bali, Bielorrusia, Serbia, de la Unión Interparlamentaria Árabe y, finalmente, un representante de Turquía.
Esa confabulación de dictaduras, regímenes autoritarios y sirvientes del mecenas venezolano es donde, aparentemente, se siente a gusto y muy comprometida Morena y la 4T. ¿Qué compromisos ha adquirido México con la dupla Chávez-Maduro como para sentirse obligado a asistir a la asunción de un dictador? ¿Por qué México está dispuesto a derrochar toda su historia diplomática, para apoyar una dictadura en América Latina? ¿Es tan apremiante la causa madurista que no se pudo simplemente “no decir nada y no asistir”, como lo hicieron Brasil y Colombia? ¿Qué es distinto en el caso mexicano al brasileño o colombiano como para sentir la obligación de avalar una dictadura en plena construcción de “la nueva democracia mexicana”?
Recordemos que mientras persistían las dictaduras de Somoza, Batista, Videla o Pinochet, en México la izquierda las denunciaba por sus prácticas represivas y antidemocráticas. Comités de solidaridad surgieron en apoyo a las luchas libertarias de los pueblos de Nicaragua, Argentina, Chile y Cuba. La política exterior de México era un faro de esperanza para los pueblos que resistían a la represión que sufrían en sus países de origen.
El exilio español era ya una experiencia histórica de gran orgullo. León Trotsky es, sin duda, el exiliado más famoso que haya recibido México en toda su historia. México también recibió a refugiados de Europa central huyendo de la represión fascista y soviética, como Víctor Serge. Vinieron intelectuales y poetas de España, Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Perú buscando refugio, protección y lo más importante: el derecho a la vida digna. México era la retaguardia estratégica de todos los movimientos democráticos y libertarios que llegaron a nuestro país.
La política exterior de México le permitió ejercer una influencia decisiva sobre otros países y sus conflictos internos o bilaterales. El Grupo Contadora y las negociaciones para lograr la paz en Centroamérica se logró por la ganada reputación mexicana de ser un actor confiable y capaz, diplomática y políticamente, para llevar a buen término la negociación entre partes en guerra.
Así, México era considerado confiable por ser un negociador cuya palabra era respetada. Y era respetada su palabra, entre otras razones, por no tomar partido en los conflictos. Tenía la habilidad para encontrar soluciones sin ser partidario de una de las partes en conflicto. Incluso cuando la opinión pública mexicana se inclinaba hacia un lado u otro. La llegada de la 4T al poder en México cambió por completo la política exterior. Opera y actúa como 4T, no como México. Es una fuerza política que opera en función de su ideología y su plataforma política, no en función del interés superior de los mexicanos como entidad nacional.
México dejó voluntariamente de ser parte de la solución de las controversias. Ahora México es parte de cualquier problema. Y la explicación de cómo este cambio sucedió se encuentra definida por el camino de alianzas que escogió López Obrador y la 4T para llegar al poder.
Ese cambio, aparentemente pequeño, sin embargo ha significado un salto al vacío en materia de política exterior. Ha llevado a México a tensar y enajenar la relación con sus socios naturales por proximidad, como Estados Unidos y Canadá, prefiriendo una relación con los declarados enemigos de esos socios naturales. La relación privilegiada con Cuba, Nicaragua y Venezuela, junto con Rusia y China, ha puesto en tensión la política exterior. Mientras el PRI, con su dictadura perfecta, llegó al poder por su medios y sin subordinación a alianzas inconfesables (aunque las tuviera), López Obrador llegó al poder, ahora lo sabemos, subordinado a alianzas inconfesables. Esas alianzas son de carácter nacional, pero también internacionales.
Las alianzas nacionales se van conociendo y pronto sabremos más sobre ellas. La principal alianza político-electoral para ganar las elecciones que construyó la 4T ha sido el crimen organizado. La consigna “Abrazos, no balazos” resume genialmente esa alianza. Pero para despistar a los interrogatorios sobre semejante infamia, ha sido necesario construir otras alianzas, fuera del país.
Cuba, Venezuela y Nicaragua son funcionales a esa misma conducta de jugar a enfrentar al “imperio del mal” para no permitir que sus alianzas internas sean cuestionadas. La política exterior de México hoy busca, entre otras cosas, impedir cuestionamientos a sus alianzas internas y también sirve para consolidar su trinchera de retaguardia estratégica, en el caso extremo de que se requiera.
Pero, ¿qué es eso de la trinchera de retaguardia estratégica? Una trinchera de retaguardia estratégica significa tener como aliados estrechos a países donde se pueden refugiar políticos en desgracia en el caso extremo de que se requiera. Corren muchos comentarios en Estados Unidos de que las declaraciones de Mayo Zambada están encaminadas a desmontar a la 4T por sus alianzas y acuerdos con el narcotráfico. Esos acuerdos llevaron a la 4T al poder; hoy pueden destruirlo y alejarlo del poder para siempre.
La trinchera de retaguardia estratégica es ese lugar donde los activos se refugian cuando el acoso que sufren es demasiado y no tienen más recurso que esconderse. Venezuela, más que Cuba, es esa trinchera de retaguardia estratégica con la que cuenta la 4T y sus militantes que podrán requerir un lugar seguro para esconderse del acoso, por ejemplo, de la justicia estadounidense.
Es el caso, pues que al parecer varios importantes dirigentes y activos de la 4T han sido y/o son testaferros del narcotráfico. Cuadros del anterior gobierno, y del actual, están siendo señalados por los Chapitos y por el Mayo Zambada como sus estrechos aliados a quienes hicieron ricos por su apoyo para asegurar las rutas de transporte de drogas y el blanqueo de capitales del cártel.
La política de López Obrador fue “popularizar” la relación de secretarios de Estado, legisladores, gobernadores y presidentes municipales con los actores del narcotráfico, para crear un vasto ejército al servicio, igual que él, del narcotráfico. Él dio el banderazo a la legitimación de ese proceder en la política, y todos los morenistas empezaron a enriquecerse. Fue muy fácil meter todas esas manos en la olla de dinero que la relación producía. Creó un contingente popular de adictos al tráfico de droga.
Su idea, como sucede con casi todos los políticos, era que ese paraíso iba a seguir eternamente, y el río de dinero también. No contaban (y muchos aún no se percatan) con la posibilidad de que aquello acabara en una estruendosa caída apocalíptica.
Pero ahora que algunos sí ven que esa posibilidad es real, preparan preventivamente su trinchera de retaguardia estratégica. Y ahí entra la importancia de mantener la relación con Venezuela. Es su lugar preferido de refugio si las cosas se ponen difíciles en México. AMLO vio el fenómeno del exilio duro cuando le otorgó refugio a Evo Morales y a todos los ecuatorianos del gobierno de Rafael Correa. Todos ellos necesitaban una trinchera de reserva. Una retaguardia segura.
A la 4T no le importa el fraude electoral de Maduro ni el oprobio internacional a ese régimen ni las críticas a México por apoyar una dictadura. Venezuela como refugio tiene más resiliencia que Cuba, hoy en estado comatoso. Caracas será el nuevo Shangri-La de la izquierda mexicana en el momento de su mayor necesidad de refugio y exilio, justo cuando la justicia internacional los acosa y apunta en su dirección.
Y el actual gobierno mexicano ha demostrado que, en vez de defender la política exterior histórica y la ética democrática de México como nación, prioriza por encima de todo la sobrevivencia del líder y su partido, aunque esté exiliado en el narco Estado venezolano.
POR RICARDO PASCOECOLABORADOR
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