¿POR QUÉ EL ODIO?
Si saben que no irá gente a la marcha, entonces ¿a qué tienen miedo? Es la interrogante que ronda todo el ambiente nacional.
En las horas previas a la irrupción en el escenario nacional de la llamada “Generación Z”, la narrativa gubernamental se ha enfrascado en tratar de desprestigiar al movimiento, en minimizar la posible participación de la sociedad civil, en encontrarle paternidades del lado donde están sus acérrimos adversarios, y en tratar de despojarlos de su derecho a manifestarse.
Una palabra resumiría lo que transmiten los voceros oficiosos del régimen cuatrotero: Pánico.
La explicación no requiere de mucha ciencia. Ellos, los de Morena y sus aliados, así como los grupos de la izquierda radical que respaldan al Gobierno, se sienten dueños del monopolio de la protesta. Y suponen que nadie más puede sublevarse, porque si lo hacen su movimiento será ilegítimo, no representará a la sociedad ni buscará lo que los políticos llaman el bien común.
Sin embargo son más que incongruentes. Mientras que en el discurso –y en sus medios de comunicación afines, sus ideólogos y sus matraqueros, insisten en propagar la idea de que no habrá respuesta ciudadana a la convocatoria, tapizan con barreras infranqueables de hasta tres metros de altura, los alrededores del Palacio Nacional y de los edificios que simbolizan el poder político.
Si saben que no irá gente a la marcha, entonces ¿a qué tienen miedo? Es la interrogante que ronda todo el ambiente nacional.
Lo cierto es que estamos a unas horas del parto de un movimiento que puede ser el inicio del fin de este régimen. Ya no es solamente la juventud la que se ha rebelado contra la infuncionalidad del Gobierno, incluso aquellos grupos sociales y hasta musicales (como Molotov) que antes comulgaban con el movimiento de izquierda, hoy se han desmarcado y han condenado esto en que se ha convertido el Gobierno morenista.
Que sea un movimiento nacional, y que alrededor de 100 ciudades de todo el país se hayan sumado a la convocatoria, es algo que cimbró las estructuras del régimen de la 4T. De entrada quiere decir que ya perdieron el respaldo en esas tantas urbes y comunidades, y que la decepción se va generalizando en todas partes.
Qué pena que en lugar de recibir el mensaje con sapiencia y prudencia, insistan en pronosticar el fracaso de este movimiento nacional que ya está harto de la violencia, de la impunidad, dela corrupción y de la complicidad o por lo menos permisividad de los gobernantes para con los grupos delictivos.
Si como resultado de lo que pase el sábado en todo el país, el Gobierno insiste en mantener su narrativa, y en no impulsar cambios de fondo, entonces podremos pronosticar con muchas posibilidades de certeza, que este régimen caerá en los comicios de 2027. Con todo y que incluyan a Claudia Sheinbaum en las boletas.

