Trenecito
Es casi imposible que el Tren Ligero vaya a ser algún día sustentable. Tal vez sí sea un atractivo turístico más para la ciudad, pero financieramente va a resultar una pesada carga para los gobiernos que quieran sostenerlo…
Sin una logística que permitiera a los ciudadanos estar informados sobre la operatividad –precios del boletaje, rutas, horarios, protocolos de seguridad, etcétera—se esperaba para este lunes 30 de junio que entrara en vigor el denominado Tren Ligero, que ni es tren, y que, por lo que hemos visto en sus viajes de práctica, tampoco será ligero. Pero una vez más, su “inauguración” fue aplazada.
Eso sí, sus costos han sido exorbitantes. Más de 5 mil millones de pesos, sospechosamente invertidos en nadie sabe qué, si recordamos los daños que han causado no solo al sistema de agua potable, al malecón, a los desagües naturales de la ciudad, y a varias viviendas ubicadas en su trayecto.
Es casi imposible que el Tren Ligero vaya a ser algún día sustentable. Tal vez sí sea un atractivo turístico más para la ciudad, un párrafo en el informe triunfalista de la gobernadora, o quizá sea algo bonito como un paisaje, un atardecer o alguna playa arenosa, pero financieramente va resultar una pesada carga para los gobiernos que quieran sostenerlo, hasta que llegue el día de su privatización –si algún loco se atreve a adquirirlo—o que se le deseche por incosteable, y probablemente por inútil.
Y no. No se trata en este espacio de rechazar cualquier proyecto u obra de la actual Administración. Simplemente hizo falta planeación, priorizar necesidades y utilizar correctamente los recursos públicos. El Tren Ligero no fue diseñado para resolver un problema de movilidad en la capital, como sí funcionaba como tal en Monterrey, en donde su sistema de transporte moviliza diariamente a millones de personas.
¿A cuánta gente va movilizar en Campeche? Ni siquiera se presentaron esas proyecciones cuando se anunció su realización, y aun cuando han querido magnificarlo al presentarlo como el inicio de la modernización del transporte en la capital, como un servicio único en América Latina (lo que es totalmente falso), o como una necesidad para la atracción de turistas, la realidad es que ha sido y es simplemente una ocurrencia o un capricho.
Finalmente, ya se sabe que será el 20 de julio cuando empiece a circular, gratuitamente para todos hasta el 1 de agosto –día del “informe” triunfalista—y a partir del día siguiente entrará a su “fase comercial” de a 18 pesos por persona, con excepción de personas con alguna discapacidad, de la tercera edad o estudiantes. Cada vagón tendrá capacidad de transportar a 300 personas, por lo que en sus tres segmentos, podría llevar en cada viaje hasta a 900 ciudadanos. En su primera fase que será gratis, y por ser la novedad del pueblo, quizá. Después, quién sabe.
Que con su pan se lo coman. Le daremos puntual seguimiento a los aspectos positivos o negativos que vaya a causar su puesta en funcionamiento.