KO’OX ABANDONA A USUARIOS BAJO LA LLUVIA
Lo ocurrido ayer con la suspensión del servicio Ko’ox mientras caía la fuerte lluvia vuelve a exhibir un problema que la autoridad prefiere ignorar: ¿qué pasa con la ciudadanía cuando el transporte oficial deja de operar justo cuando más se necesita? La ciudad se inunda, sí, pero la gente también trabaja, estudia, vuelve a casa y depende de un sistema que presume modernidad, aunque demuestra fragilidad ante cualquier contingencia.
Decenas de campechanos quedaron a la intemperie, sin resguardo y sin alternativas inmediatas, mientras los camiones de ko’ox dejaban de circular. El propio esquema de transbordos —prometido como una solución eficiente— terminó convirtiéndose en un obstáculo más. Quien esperaba un segundo autobús simplemente quedó abandonado en paraderos con espacio insuficiente para resguardar a los ciudadanos.
La pregunta es inevitable: si el sistema no funciona bajo la lluvia, ¿para qué fue diseñado? ¿Dónde queda la responsabilidad hacia los usuarios que dependen del Ko’ox para moverse, incluso en condiciones adversas? La ciudadanía paga las consecuencias de decisiones técnicas que no contemplan realidades básicas como el clima y la necesidad de mantener operativo un servicio que se anuncia como columna vertebral de la movilidad en Campeche




