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EXPEDIENTE | LORETO VERDEJO, EL FISCAL ANTI OPOSICIÓN

Para entender el porqué de los desmedidos elogios que vertió el pasado martes la gobernadora Layda Sansores a su fiscal Anticorrupción, Loreto Verdejo Villacís, (quien en realidad es un fiscal anti oposición, ya que solo persigue a los que se oponen o contrarían a su jefa, pero deja impunes a los corruptos de casa), hay que verlo desde la perspectiva de la rebelión interna que enfrenta en estos momentos la mandataria.

Probado está que Loreto solo persigue a los servidores públicos que se rebelan contra los designios de la gobernadora Sansores. Para perseguir, acosar y encarcelar a los ciudadanos comunes y corrientes, tiene a la Fiscalía General y a los serviles magistrados y jueces. Algunos elogios de Sansores fueron en este sentido:
“Loreto trabaja de lunes a domingo, con un pequeño equipo, pero pequeño como de seis o siete que ahí están metidos, puro jovencito, que solo así aguantan, y él, que también es un jovencito, porque con esta mentalidad que tiene, con una pasión que es lo que me enternece, siempre luchando y tienes que discutirle cada detalle, él investiga y defiende sus ideas”.

“Realmente me da mucho gusto tener un fiscal anticorrupción que está preocupado y no le importa si es Moci o Morena, no importa el partido político, el que sea, él ahí va detrás de ellos, entonces, no a todos los tiene que aprehender pero sí llamarles la atención, hacerles que devuelvan el dinero, la sanción que tenga que ser y yo creo que está teniendo un impacto entre los mismos funcionarios, que ya se cuidan de Loreto”.

En el contexto de las pugnas internas que se viven en estos momentos en la 4T campechana, en parte a causa de la sucesión gubernamental en que el gabinete y el propio partido está fragmentado en varias partes, lo que la gobernadora quiso realmente decir es: “cuídense de Loreto”.

No los va perseguir porque hayan desviado dinero público, y la prueba de esta aseveración la encarnan desde Ramón Ochoa Peña —que se retiró a disfrutar de sus bienes mal habidos sin que lo toque la hoja de ninguna carpeta de investigación— hasta Gelisle Sánchez, la extitular de Obras Públicas, el exdirector de Cultura Eutimio Sosa, el exdirector del Instituto de Acceso a la Justicia de Campeche, Humberto López y tantos y tantos exfuncionarios del Gobierno laydista que, bajo el pretexto de una “enfermedad”, renunciaron a sus cargos y nadie les hizo nada.

¿Dónde estaba entonces Loreto Verdejo? Si nos atenemos a la descripción de la mandataria, entonces el fiscal anti oposición se estaba meciendo en su hamaca, o estaba destinando a los seis gatos que tiene a su servicio para inventarle pruebas a Alito Moreno, a Eliseo Fernández, a Paul Arce, a Bibi Rabelo, a Daniel Barreda, y a otros tantos funcionarios de la oposición que le representan riesgos al partido en el poder.

¿Por qué entre las carpetas de investigación que se armaron contra Alito no se incluyó el nombre de su secretaria de Finanzas, América Azar Pérez? Porque ella es cómplice de las acciones abusivas de la gobernadora, y porque, según la rumorología en vigor, se encargó de armar una “vaquita” para la campaña de Sansores.

Pero todo eso ya lo sabíamos. Lo novedoso hoy es que ya le dieron la orden a Loreto para que también vaya contra los de Morena, empezando con Antonio Jiménez Gutiérrez, presidente del Congreso y a quien se atribuye un sospechoso enriquecimiento ilícito, y terminando con Pablo Gutiérrez, el edil carmelita que no acudió al acarreo del pasado sábado en la CDMX, en protesta por el manejo del proceso de designación de la candidatura al Gobierno de Campeche. Pablo ya tiene tres cuartos de su humanidad fuera del partido guinda, y por eso se convierte en “sospechoso de corrupción”.

Sin embargo hay que ser precisos y claros: ambos personajes, tanto Toñito como Pablito, pueden andar por las calles con relativa tranquilidad, pues los expedientes que arma Loreto y sus seis o siete gatitos, son tan infundados y tan endebles, que llevan cuatro años tratando de encarcelar a Alito Moreno y no lo han logrado. Y vaya, hasta el proceso legal para expropiarle unos terrenos presuntamente suyos, para construir ahí una universidad, llevan el mismo derrotero rumbo al fracaso.

Y es que no es lo mismo ponerle “pasión que enternece” (Layda Sansores dixit) a su desempeño, que alcanzar la eficiencia. Y tampoco es lo mismo combatir a la corrupción, que perseguir a la oposición. Son cosas muy diferentes, pero ambas cosas por cierto, Verdejo Villacís las hace muy, pero muy mal.

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