Expediente

EXPEDIENTE | LAS RIDICULECES DE JAMILE

El juicio de inconformidad presentado por Jamile Moguel Coyoc y el Partido Morena, para solicitar la anulación de los resultados de la elección por el Ayuntamiento de Campeche, deberá ser desechado de inmediato por las autoridades electorales.

No sólo porque los resultados fueron contundentes —más de 30 mil votos de diferencia entre la mocista Biby Rabelo y la morenista Moguel Coyoc—, sino porque en la promoción de ese recurso jurídico está metido todo el aparato del Gobierno del Estado, desde la gobernadora Layda Sansores, el titular de la Consejería Jurídica, Juan Pedro Alcudia, la Unidad de Comunicación Social e incluso la Secretaría de Finanzas, que ha desviado recursos públicos para fines partidistas.

En otras palabras, si lo que ocurrió el pasado 2 de junio en Campeche, fue una burda, torpe y evidente elección de Estado, en donde la gobernadora incurrió en abuso de poder, desvío de recursos públicos,  proselitismo descarado y masiva compra de votos en las comunidades rurales, con la promoción del juicio de inconformidad de Jamile Moguel, se confirma que todo el Gobierno del Estado está al servicio de Morena para arrebatar a la mala, lo que el pueblo les negó en las urnas.

Su soberbia, narcisismo y prepotencia no le permiten a Layda Elena asimilar, aceptar, ni digerir que el pueblo campechano votó en su contra. No admite que el repudio de los campechanos de la capital del Estado, lo mismo que el rechazo de la mayoría de los habitantes de los Municipios de Calkiní, Dzitbalché, Hecelchakán y Hopelchén, es genuino, real, y que se acrecienta a diario.

Para Layda Sansores todos los que votaron en su contra son corruptos. Y lo son, porque —asegura—vendieron sus votos a cambio de tres mil pesos. Es decir, los que optaron por partidos políticos diferentes a Morena, el PT o el PVEM, carecen de valores cívicos y morales. Los  únicos buenos, son los que aceptaron ese mismo  dinero y sufragaron a favor de su partido y aliados.

Y aquí lo preocupante no es que Layda Sansores demuestre una vez más que no tiene una pizca de demócrata, porque eso ya lo sabíamos los campechanos desde hace más de 24 años. Lo que asusta es que de nueva cuenta, la mandataria esté mostrando síntomas de locura, esquizofrenia y desvaríos mentales crónicos.

La mayoría de los campechanos de la capital vimos una jornada electoral pacífica el pasado 2 de junio. Participamos de manera ordenada, acudimos a las casillas a hacer filas desde temprano, esperamos más de tres horas para votar porque los morenistas y el Gobierno del Estado sobornaron a los integrantes de las mesas directivas de casilla para que no se presentaran y muchísimos, por la noche, acudimos a las casillas a presenciar el cómputo de votos y a tomar nota de los resultados oficiales. Esto, ante de riesgo de que Layda y sus esbirros intentaran sabotear los resultados.

Es cierto, había en las calles muchos jóvenes haciendo rondines en motocicletas. Se pudieron divisar dos grupos, unos, que eran perseguidos por camionetas de la Guardia Nacional y que fueron obligados a dispersarse para no ser detenidos, y otros, más numerosos aún, que hacían sus recorridos con prepotencia, escoltados por policías estatales que portaban brazaletes azules, de los que utilizan los que son leales a Marcela y sus foráneos.

En esa tesitura, hay evidencia suficiente de que quienes intentaron meter el desorden en el proceso, fueron los enviados por Morena, la gobernadora Layda Sansores y su sobrino Seso Loco. Sólo que sus intentos fracasaron, porque una inmensa mayoría votó libremente, y lo hizo en contra de los candidatos guindas.

Algo que no puede decirse de otras casillas, como las que se ubicaron en Ciudad del Carmen, donde sí fructificó la compra de votos con dinero que se repartió desde el viernes y sábado en Palacio Municipal, y dirigió personalmente los operativos de mapacheo Pablo Gutiérrez Lazarus.

Una vez más, Sansores San Román lanza la piedra y esconde la mano. En su programa del martes presumió como una gran hazaña que en  todo el Municipio de Champotón “sólo se perdieron cuatro casillas”, y presentó como héroe a Gutiérrez Lazarus, quien ni siquiera tuvo la decencia de pedir licencia para contender por la Alcaldía. O sea fue juez y parte. Algo que sería delito de alto impacto, si lo hubiera hecho cualquier otro candidato no morenista.

En resumen: Layda Elena no quiere anular la elección en el Municipio de Campeche, y desconocer la voluntad libre y soberana de más de 64 mil campechanos por sus afanes de democracia. Lo que quiere es ensuciar un proceso en donde el pueblo le dio masivamente la espalda y le demostró otra vez el enorme repudio que siente por ella, y que aumenta con cada día que pasa.

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