La censora
El discurso de Sansores San Román sobre el tema de la libertad de expresión, su tolerancia a la crítica, y su “combate a la misoginia”, ya está muy desgastado y nadie le cree…
Insiste la gobernadora Sansores en presumir su presunta defensa de la libertad de expresión, así como su inexistente respeto y tolerancia a la crítica, mientras con la mano izquierda insiste en perseguir a sus adversarios, y en acusar a los periodistas que le señalan sus errores de ser misóginos y violentadores de género.
No sorprenden más mentiras de quien se ha caracterizado por faltar a la verdad. Y no solo eso, en su más reciente mamotreto de los martes, estrena una nueva sección denominada “el misógino de oro”, para señalar con su índice de fuego a quienes ella supone que la han insultado, ofendido o difamado en su calidad de mujer, y no de servidora pública.
No precisa Sansores si esos nuevos títulos los confiere en su calidad de funcionaria –gobernadora—o de persona afectada; tampoco explica la metodología que se sigue para otorgar ese denigrante título, y mucho menos nos ha querido informar quién le dio autoridad para calificar de ese modo a las personas.
Lo que no percibe es que su nueva sección, así como la anterior, denominada “pinocho de oro”, desmienten y contradicen su discurso de supuesto respeto a las críticas. Aún más, sus postulaciones en la nueva sección, son pruebas de que es ella la que falta el respeto a los demás, la que lanza la primera piedra, la que sobaja y humilla al adversario, y es ella también la primera que se ofende y la primera que demanda, cuando se le responde en los mismos términos.
Pero no se puede esperar más de ella. Tampoco de sus asesores y de su departamento de creatividad. Tienen severas limitaciones intelectuales y sus complejos psicológicos y sus traumas personales reducen a su mínima expresión su capacidad de razonamiento.
Por otro lado, el discurso de Sansores San Román sobre el tema de la libertad de expresión, su tolerancia a la crítica, y su “combate a la misoginia”, ya está muy desgastado. Incurre en una repetición monótona de los mismos argumentos, pese a que en ningún momento le han creído los ciudadanos la veracidad de esa narrativa.
Las opiniones que podemos leer en los comentarios de los ciudadanos libres, los que no trabajan en el Gobierno y los que están conscientes de la realidad de las cosas, es que Sansores miente y que es ella la que debe corregir su actitud y conducta pública.
Son reiterados los llamados de los opinantes en redes sociales, para que Sansores enmiende el rumbo, respete su investidura, y cambie su discurso, pero ella no lee ni escucha lo que el pueblo dice. Sus asesores se encargan incluso de pensar por ella, y por eso la han conducido lamentablemente a una situación de descrédito y de repudio popular, de la que quizá jamás logre recuperarse.