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EXPEDIENTE | ¿Y AHORA QUIÉN ES DE CULPAR?

La ejecución el pasado jueves por la noche de Omar “El Mono” Córdova Chan, operador de Eliseo Fernández Montúfar, candidato de Movimiento Ciudadano al Senado y enemigo acérrimo de la gobernadora Layda Elena Sansores San Román y su sobrino Gerardo “Seso Loco” Sánchez Sansores, debe prender las alarmas.

Los investigadores rentados por el fiscal Renato Sales Heredia deberían ser motivados a leer a la genial escritora de novelas policiacas Agatha Christie o ver la serie La reportera del crimen. Podrían así entrar en los terrenos de la trama, el beneficio y la consumación del delito, porque hasta ahora no han dado resultados y muchos homicidios dolosos están impunes.

El Mono, como se sabe, fue atacado por dos sujetos cuando se encontraba a las puertas de su casa en la colonia Sinaí. Murió instantáneamente. Los criminales llegaron en automóvil blanco. De ellos nada se sabía hasta este fin de semana.

De inmediato iniciaron las especulaciones de gente cercana a Layda Sansores, de que el autor intelectual del asesinato sería el exalcalde con aspiraciones de un asiento en el Senado y al que califican de prófugo de la justicia porque se niega a asistir a citatorios judiciales, sin que la Fiscalía General del Estado finque las presunciones o sospechas que lo incriminen.

A Córdova Chan lo relacionan como operador de grupos de choque vinculados a Eliseo Fernández. ¿Sí? Pero también es cierto que las investigaciones penales generalmente se inician con la pregunta de ¿a quiénes beneficia el crimen? Porque ya sabemos a quién se pretende perjudicar otra vez.

Los caídos en la intriga política criminal han sido amigos cercanos o distanciados de Eliseo, pero la Fiscalía en ningún momento ha acreditado elementos que lo liguen con los asesinatos. Se han perdido en los montes de Úbeda. ¿Por qué?

El pasmo, el desconcierto y el temor debe preocupar a quienes operaron, auxiliaron o son cercanos al exalcalde. Sus suertes podrían estar echadas por quienes se benefician de tanto asesinato. Así, ¿de quién es la mano criminal que está tras los apretones del gatillo? 

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