EXPEDIENTE | VACACIONES DE LAYDA Y LA AUSTERIDAD
Circularon profusamente a media semana las imágenes donde se observa a la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román y a su hermana Laurita, en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México abordando el avión que los conduciría a Amsterdam, Holanda.
Las reacciones de los usuarios de las redes sociales fueron realmente virales. Repudio generalizado, condena total, reclamo airado por la hipocresía que ha manejado el discurso de los conspicuos representantes de la 4T, que de dientes para afuera hablan de austeridad, pobreza franciscana, medianía juarista y tantas barbaridades más, pero que en los hechos muestran derroche, opulencia y despilfarro del recurso público.
Porque nadie, a estas alturas, se va tragar el cuento de que los vacacionistas de la 4T se pagaron esos viajes, esos lujos y esas comilonas con el sueldo que perciben, como falsamente han gritado desde Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal y Layda Sansores, hasta Andrés Manuel López Beltrán, quienes fueron pillados dándose la gran vida en paraísos extranjeros.
Un breve recuento de los hipócritas funcionarios morenistas que fueron captados en sus inmerecidas vacaciones, además de Layda Sansores, señala a la ministra Yazmín Esquivel, quien estuvo en Madrid, España; el exdirigente nacional de Morena y actual titular de la SEP, Mario Delgado, en Portugal; “Andy” López Beltrán, en Tokio, Japón y el senador Ricardo Monreal en España.
Lo peor es que han recurrido a justificaciones ridículas para tratar de explicar la vida de reyes que se dan, violentando el apotegma de su gurú en el sentido de que “no puede haber Gobierno rico, con pueblo pobre”. Y fue el cachorro del mesías, Andy López, el que en su afán de victimizarse, acusó sin pruebas que sus adversarios le enviaron espías para grabarlo y evidenciarlo.
A todos ellos, la presidenta Sheinbaum les recordó que “el poder se debe ejercer con humildad y sencillez, y quienes tienen un cargo público deben rendir cuentas al pueblo, que es quien juzga”. Pareciera que nadie le hace caso, que la ignoran y no comparten su doctrina.
Lastimosamente, la presidenta se ha limitado a externar sus opiniones sin ir más allá, sin pasar de la palabra a los hechos, porque bien pudo ordenar auditorías a quienes fueron evidenciados en esos viajes de lujo, para saber si los boletos de avión, y su hospedaje en esos costosos hoteles, los pagaron de su peculio, o los agregaron a los “gastos de representación” que les concede el presupuesto.
En el caso de Layda Sansores ya sabemos cómo se las gasta. En junio de 2018 fue evidenciada, con documentos oficiales que fueron exhibidos públicamente, facturando con cargo al Senado de la República diversos gastos personales por un monto total de 700 mil pesos. ¿Cuántas más habrá cobrado así para su beneficio personal?
La opacidad con que Sansores San Román ha manejado su fortuna la ha llevado a falsear información de su declaración patrimonial. Sin embargo, un dato obtenido de ese documento muestra que “salió buena para hacer negocios”, pues el 1 de agosto de 2014, cuando era senadora, adquirió de contado y en copropiedad, seis terrenos de las siguientes superficies y con las siguientes valuaciones: uno de 447 mil 918 metros cuadrados, por 40 mil 600 pesos; otro de 444 mil 523 metros cuadrados, por 40 mil 500 pesos; uno más de 441 mil 218 metros a 40 mil pesos; otro de 37 mil 122 metros cuadrados, por 3 mil 500 pesos; uno de 33 mil 817 metros cuadrados, por 3 mil 100 pesos y uno más de 30 mil 422 metros cuadrados, por 2 mil 800 pesos.
Es decir, la entonces senadora compró seis predios con una superficie total de un millón 435 mil 020 metros cuadrados, pagando la irrisoria cantidad de 130 mil 500 pesos. La “buena fortuna” le permitió adquirir esas vastas propiedades a un promedio de 11 centavos por metro cuadrado. Lo que extraña, sin embargo, es que cuando no ejerce ningún cargo público, esa “buena suerte” se le acaba.
Por eso es falso, hipócrita y mentiroso el argumento que repiten sus bots y defensores a sueldo de que ella “siempre” se ha dado una buena vida, y que sus viajes al extranjero los ha costeado con su patrimonio. La realidad de las cosas es que ha aprovechado los cargos públicos que ha tenido para darse esos gustitos y vacacionar con toda su familia.
En este contexto, pierde importancia el hecho de que para la 4T la austeridad y la medianía juarista se quedaron en el discurso. Eso ha sido probado en múltiples ocasiones. Su nula moralidad, hipocresía, falsedad y farsantería, está fuera de duda. Lo que de verdad debe importar es que Sansores transparente las cuentas públicas, que informe cómo se ejercieron los más de 100 mil millones de pesos que ha manejado.
Porque simplemente las cuentas no cuadran. Hay gastos inflados en obras pequeñas, presupuestos alterados en supuestas “rehabilitaciones” y “modernizaciones” que disque han hecho, y erogaciones que no se pueden palpar en la realidad.
Por esa y otras causas, no puede argumentarse que Layda Sansores, su hermana Laurita, su cuñado y otros parientes más, tengan “unas merecidas vacaciones”. Si no han cumplido con sus obligaciones, no se merecen ninguna recompensa.
Y eso es lo que debe poner en el debate público la señora presidenta Sheinbaum. Porque en Campeche, Layda ya gritó que “hace lo que se le pega la gana” y que le vale un cacachuate lo que opine el pueblo, y en los hechos, confirmó que le importa un comino lo que diga la Presidenta de esa justa medianía. Se la pasó por el arco del triunfo una vez mas.