EXPEDIENTE | SE IMPONE LA FAMILIA MICHOACANA
A contrasentido de lo que expresó el pueblo campechano en las urnas el pasado 2 de junio, y en nueva demostración del autoritarismo, soberbia y prepotencia de la gobernadora Layda Elena Sansores San Román, a partir de esta semana el aparato estatal de seguridad pública pasará al control absoluto de una familia michoacana.
El temor generalizado, el cual puede percibirse en las redes sociales, es que Campeche ingrese al control de la delincuencia organizada, pues con ello incrementarán los homicidios dolosos, las ejecuciones, los secuestros, las extorsiones, el narcomenudeo, y la reacción violenta de los que serán desplazados.
Nadie extrañará ciertamente a Renato Sales Heredia, que una vez más tuvo un desempeño decepcionante. Excusas seguramente tendrá para justificar la ineptitud de su gestión. La más importante sin duda fue la sombra que ejerció en su contra la criminal guanajuatense Marcela Muñoz, para que fuera ella la que tuviera el control de la Fiscalía, y en general, de todo el aparato de seguridad.
Pero Renato también puso de su parte. Sumió en el descrédito a la Fiscalía del pueblo, que fue convertida en Santa Inquisición laydista para hostigar, perseguir y encarcelar a sus adversarios políticos, crearles expedientes falsos y carpetas de investigación infladas y pésimamente integradas. Con dolo y arbitrariedad se lanzó contra los que no tenían la simpatía de Sansores.
No se espera que las cosas cambien con la llegada del michoacano Bernardo León Olea, quien fuera jefe de Marcela Muñoz, y que en unos días relevaría a Jackson Villacís Rosado, provisionalmente a cargo del despacho que abandona Renato Sales Heredia. Por el contrario, se espera que se acentúen la violencia y la represión.
Campeche podría convertirse en un Estado donde sea cotidiana la violación a los derechos humanos en contra de la población civil, pero en donde los delincuentes operen a sus anchas.
Una de sus primeras acciones sería ejecutar las órdenes de aprehensión contra los siete policías que fueron cesados injustamente, y a quienes ilegalmente se culpa de rebelión y motín. Después de eso se procedería a la “recuperación” violenta de las instalaciones de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana, para que Marcela pueda volver a su territorio y tome el control absoluto de todo el sistema estatal de seguridad pública.
No se olvide que Marcela también operó la salida del comandante Javier Herrera Valles como director del Centro de Control, Comando, Cómputo y Comunicaciones (C-5), e impuso en su lugar al michoacano José Miguel Valdez Herrejón, uno de sus incondicionales, y con quien por cierto, los servicios que proporciona el 911 a los campechanos dejaron de ser atendidos con oportunidad.
Debe destacarse que desde marzo de 2022, cuando esta Administración estaba apenas en sus inicios, la señora Sansores ordenó a sus diputados que reformaran la Ley de Seguridad Pública del Estado de Campeche, para que el C-5 dependa directamente de la Secretaría de Protección y Seguridad Ciudadana que encabeza Marcela Muñoz Martínez, y ya no de la Secretaría de Gobierno.
Es decir, todo este proceso que estamos viendo fue meticulosamente planificado para ceder el control de la seguridad pública campechana a la guanajuatense Muñoz Martínez y a sus esbirros y socios de los cárteles delincuenciales. Ya tiene la SPSC, la Fiscalía, el C-5 y sus comandantes policiacos incondicionales operan en las regiones claves de nuestra entidad.
Campeche será entonces una pieza más en ese complicado mapa de la delincuencia organizada, y por su posición geográfica estratégica, respecto a Centro y Sudamérica, ya no será un trampolín más para el trasiego de drogas, sino uno de los más importantes centros de operaciones. Todo, bajo la protección de las corporaciones policiacas puestas al servicio de Muñoz Martínez, sus familiares y cómplices.
Por lo pronto, en la Fiscalía se espera una limpia general de todo lo que huela a Renato Sales, y una de las primeras cabezas en caer sería la del encargado del despacho Jackson Villacís Rosado, cuyo lugar ocuparía Arturo Bravo Muñoz, hijo de Marcela, quien será los ojos y oídos de su mamacita detrás de la nuca de Bernardo León. Usted sabe, por aquello de las cochinas dudas.
Qué triste destino, violento futuro, nefastos nubarrones le deparan a Campeche para los próximos tres años.