Expediente

EXPEDIENTE | DESIDIA LAYDISTA ANTE EL DESASTRE

Desde su mullido sillón de los “Martes del Jaguar” y desde sus confortables habitaciones de la “Casa Blanca” que construyó don Carlos Sansores Pérez con el dinero que le robó a los campechanos, la gobernadora Layda Elena Sansores San Román ha dictaminado que las lluvias atípicas de las dos últimas semanas, y el paso de la tormenta tropical “Alberto” dejaron “saldo blanco” y que, como siempre, “todo está muy bien y muy bonito”.

La verdad, sin embargo, es otra. Hay miles de campechanos afectados de alguna u otra forma. Unos con el siniestro de sus cultivos de hortalizas, papaya, maíz, sorgo y tomate, otros aislados, incomunicados o atascados en sus comunidades, porque las vías de acceso están rotas, el agua tiene niveles muy altos, los puentes cayeron o los deslaves cerraron el paso, y muchísimos, pero muchísimos más, con sus viviendas en condiciones deplorables por las filtraciones, porque perdieron sus techos de láminas o están inundadas.

No extraña la insensibilidad de Sansores San Román. Es parte de su modo de ser. Ella supone que la realidad tiene que adaptarse a lo que declara, le dicen sus lambiscones o le conviene, y no a lo que acontece todos los días en la vida real.

Por ejemplo, se ha negado a reconocer que las obras del Tren Maya propiciaron severas inundaciones en varias comunidades como Pixoyal, en Champotón, o que los trabajos de construcción del Tren Ligero en la capital, provocaron el bloqueo de los canales de desagüe, lo que a su vez provocó que varias colonias populares, como la Héroe de Nacozari y Siglo XXI, o Chiná, quedaran literalmente bajo el agua.

Sansores ya decretó también que no fueron los trabajadores que construyen el Tren Ligero, los que rompieron el ducto que distribuye el agua en varias colonias de la capital, y que tampoco se registró escasez por culpa de la empresa Mota Engil (propiedad por cierto de José Miguel Bejos, el constructor favorito del sexenio de López Obrador, con adjudicaciones que rebasan los 61 mil millones de pesos, que es casi tres veces más el presupuesto estatal de Campeche). Según la senil mandataria, todo lo malo que pasa en la capital es culpa de Biby Rabelo.

El declive de sus facultades mentales y la visión sesgada derivada de su ineptitud, le hacen suponer a la corrupta mandataria que en Campeche no ha pasado nada, y que con enviar a su amada Marcela a repartir despensas en algunas de las zonas afectadas, el problema se resolverá.

¿De qué sirvió que la negligente, inepta y corrupta guanajuatense acudiera a Siglo XXI a repartir despensas, tomarse las fotos y hacer como que drenan el agua, si  pocas horas después, y como consecuencia de un nuevo aguacero, esa zona de la capital volvió a quedar inundada, inutilizando todo lo que presumió Marcela Muñoz como obra propia, pero que en realidad fue labor del Ejército Mexicano?

De acuerdo con los comunicados oficiales de la senecta gobernante, a media semana enviaron 600 despensas a comunidades rurales del Municipio de Champotón que se encontraban afectadas por los escurrimientos de agua. Lo que le faltó informar es si ¿con esas despensas se resolvió el problema? ¿O, una vez más, sólo se trata de posar para las fotos, sin atacar la raíz, la causa, el origen del problema?

Ya llevamos dos semanas de inundaciones y afectaciones severas por las lluvias, y hasta el momento ni la gobernadora Sansores, ni su secretario de Gobierno, el sinaloense Armando Constantino Toledo Jamit, ni la inútil secretaria de Protección Civil, Berthita Pérez Herrera han informado cuáles son los daños registrados en la entidad: hectáreas de cultivos siniestradas, carreteras o caminos rurales averiados o destrozados, poblaciones rurales incomunicadas, viviendas dañadas, escuelas, centros de salud o edificios públicos con filtraciones que deberán suspender labores por seguridad, etcétera.

La señora Sansores no ha informado nada. La desidia, el desinterés, el valemadrismo han sido sus respuestas ante el desastre que se vive en amplias zonas del territorio estatal, y que seguramente se van a agravar por las lluvias que se avecinan y porque los afectados no han recibido ninguna ayuda. Las despensas se agotan en dos días. ¿Qué harán después los que perdieron todo?

Tampoco nos han dicho si existe algún Fondo Estatal de Desastres para apoyar a los sectores afectados, o se tendrá que recurrir a la limosna federal, para sortear esos gastos extraordinarios.

En otras administraciones estatales ya se estaría tramitando la declaratoria de zona de desastre, para agilizar la ayuda federal, ahora inexistente por la desaparición del Fonden, pero aquí la señora Sansores prefiere besar los sabañones presidenciales antes que gestionar o exigir más recursos. Desidia total, ineptitud, negligencia…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *