Expediente

EXPEDIENTE | AMENAZA LAYDA: NO CESARÁ EL ACOSO

Bajo el ya muy desgastado pretexto de la “misoginia”, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, intenta vanamente justificar el acoso judicial que ha emprendido desde hace más de tres años contra los medios de información que le son críticos, particularmente contra Tribuna y el periodista Jorge González Valdez, y ahora se ha enfocado contra Telemar.

Sin rubor alguno, la mandataria campechana también convalida que se use a la Fiscalía para presionar a los medios, como recientemente ocurre con Telemar, para que le proporcionen los nombres de los periodistas que ahí trabajan. ¿La finalidad? No es otorgarles un reconocimiento por su valentía, sino para procesarlos penalmente, y de ser necesario encarcelarlos. La excusa barata es una supuesta misoginia. La realidad verdadera: su intolerancia a la crítica, su autoritarismo, su soberbia, su obsesión por la venganza y su convicción por la censura.

En su más reciente pronunciamiento sobre el tema, Sansores San Román calificó a Telemar como “chillones y mentirosos” porque, en el uso de sus derechos, este medio responde al acoso en su contra con probanzas claras de censura y de acoso judicial. Más adelante, en su reiterada narrativa para negar lo evidente, Sansores argumenta que ella “tiene derecho a defenderse” de los supuestos insultos y ataques. Lo que no se entiende es porqué defiende con tanta pasión su “derecho” a defenderse, pero se lo niega a Telemar. La única explicación es su autoritarismo.

“La Fiscalía tiene todo el derecho a pedirles esa información” exclama al lado de su patiñe, pero no dice que los procedimientos judiciales deben seguir etapas y fases, y en ningún momento se notificó a Telemar que había denuncias en su contra. Sin duda que se les habría respondido con base en la ley. Lo cierto es que está usando a esa Fiscalía para aniquilar a sus adversarios. Y eso se llama autoritarismo.

“Nosotros queremos advertirles, continuó la mandataria, porque es curioso, dicen, insultan, una misoginia brutal, las burlas, y yo digo es parte del momento político que vivimos, pero cuando ellos me insultan, ‘eso es libertad’ ¿no? Se vale decirte y se meten con tu padre, con tu madre, con todos ¿no? Ah, pero cuando tú te defiendes, porque también tienes un derecho, entonces eso es censura. Hay dos raseros para medir”.

Efectivamente. Tiene razón la gobernadora en esta parte. Hay dos raseros para medir. Lo lamentable es que quien decide cuál es el rasero malo y cuál es el bueno, es ella, su Fiscalía y los jueces a su servicio. Pruebas hay muchas.

¿Misoginia brutal? ¿En qué momento? ¿En qué publicación? ¿O es que acaso se refiere al momento en que llamó a las mujeres indígenas pobres, como “lo peor que le puede suceder a una persona”? ¿O cuando les dijo animales a las suegras? ¿O cuando acusó a las diputadas federales del PRI de haber obtenido el cargo gracias a que enviaron su pack de fotos al líder nacional de ese partido?

Doña Layda Elena debe tener un “misoginómetro” a su servicio, y creemos que el nivel más alto es el de “misoginia brutal” que le endilga a Telemar. Pero, ¿hay alguna otra instancia que haya definido con certeza y pruebas que ese medio de información incurrió en tal conducta? Si lo hay, que lo muestre. Nosotros podemos recordarle que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ya la inscribió en el padrón de personas violentadoras de género, y que hasta ahora no ha acatado las sanciones que le impusieron. ¿Quién miente entonces? ¿De qué lado apunta esta vez su misoginómetro?

Plantea también en endeble argumentación que ella desea “una relación de reciprocidad, de respeto, de dignidad, con los verdaderos periodistas”, y los describe: “de esos que aún conservan esa fuerza interior y defienden con profesionalismo una vocación”. Los falsos periodistas, según ella, son los que “se perdieron en las rutas de la presión o del dinero o del engaño”.

Se olvida la gobernadora que lo más valioso de un periodista es la veracidad de sus publicaciones. Dice un refrán muy viejo que “al periodista lo avalan los hechos”, y lo que se observa es que la versión que hemos publicado los medios independientes se apega a lo que cree también el ciudadano común. Y esto puede comprobarse con el sentido de los comentarios ciudadanos en las redes sociales. Hay un 99 por ciento de repudio a su actuación, a sus dichos, a su falta de resultados. Como no puede parar esos comentarios adversos, intenta silenciar y encarcelar al mensajero, a la fuente de las notas que propician tantas reacciones de reprobación en su contra.

Que no olvide la señora Sansores que el verdadero periodismo sirve al ciudadano, a la sociedad, a la verdad, a la justicia, al derecho. Nunca al poder y menos a gobernantes con tan pésimos resultados como los que ella exhibe. Que la halaguen y le echen porras sus matraqueros a sueldo. Pero si el efecto que sus sirvientes propician no es el que ella espera, que no culpe a los medios libres e independientes.

La gobernanta dejó para el final la amenaza directa de que estos acosos judiciales no van a cesar: “No es fácil, y entonces me dicen ‘pues déjalo’, y no, no. Aquí una, (denuncia) si hay otra, pues otra y así estaremos. Yo creo que tenemos que dar un ejemplo como hemos estado insistiendo en este problema que tenemos con el anterior gobernador: por nosotros no quedará, nunca hemos bajado los brazos, nos cierran un expediente, y empezamos con el otro, y el otro y los que sean necesarios, pero nosotros ‘hasta no verte Jesús’, y lo hacemos por convicción y por justicia”.

La amenaza resulta bastante clara. No va a cesar su acoso contra los medios independientes, sea Tribuna, Telemar o cualquier otro periodista que se salga de sus parámetros de “bueno” e incurra en su criterio subjetivo de “malo”. Pero le duela, se moleste o le incomode, eso es autoritarismo, censura, represión. Son ataques directos contra la libertad de expresión. Y sí —utilizando sus propias palabras, para que no nos acuse de misoginia brutal—, es la más chillona y mentirosa de todo el país.

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