Opinión

ANTIJUARISTA

Hay otros ejemplos de los derroches en el Gobierno de Campeche, todos con cargo al presupuesto estatal. El uso de camionetas lujosas y numerosos guardaespaldas, por ejemplo…

Como anillo al dedo le caerá a la gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román el enésimo llamado de la presidenta Claudia Sheinbaum a todos los servidores públicos de lo que ellos autodenominan “gobiernos del cambio verdadero”, para que dejen a un lado la opulencia, los lujos, los derroches, los guaruras y las ‘camionetotas’, y se apeguen a la austeridad republicana y a la medianía que predicaba Benito Juárez.

Es un llamado a tiempo, porque a partir del próximo sábado, la mandataria campechana iniciará su periodo vacacional de cada año junto con gran parte de su familia y quienes le son más cercanos (as) en su gabinete, con quienes festejará el próximo 7 de agosto su cumpleaños número ochenta.

Es cierto, este festejo ya es una tradición que la familia Sansores viene celebrando desde hace muchos años en honor de quien continuó el legado político de don Carlos Sansores Pérez. Lo que ha cambiado es que hasta hace cuatro años, estas fiestas se financiaban con el recurso de esa familia y con los parientes más cercanos. Ahora no. Acuden los consentidos del gabinete y hay fuertes sospechas de que se financia con el presupuesto estatal.

Pero ese festejo no es lo único que choca con el discurso de la austeridad republicada y la medianía juarista que predica la presidenta Sheinbaum. Todo el estilo de vida personal de la mandataria campechana, sus derroches, sus lujos, sus excentricidades, sus frecuentes viajes en jets privados a eventos oficiales, etcétera, no concuerdan en absoluto con el llamado presidencial.

Y ese mal ejemplo ha sido imitado por sus principales colaboradores. Apenas el pasado fin de semana se erogaron varios millones de pesos para financiar el cumpleaños de la hija menor de la secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana. En un sitio exclusivo, con derroches ostentosos y con vigilancia policial extraordinaria. No hubo reparos para el gasto.

Hay otros ejemplos de los derroches en el Gobierno de Campeche, todos con cargo al presupuesto estatal. El uso de camionetas lujosas y numerosos guardaespaldas para Marcela y su familia por ejemplo, no solo nos confirma que aquí se traiciona la austeridad republicana sino que ese exceso de guaruras nos habla de temores de otro tipo por posibles alianzas sospechosas.

En este contexto, es preciso concluir que en Campeche tenemos un gobierno antijuarista. Con una gobernadora que hace exactamente todo lo contrario de lo que le ordena la presidenta Sheinbaum. Y ella –la presidenta—lo sabe perfectamente.

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