EXPEDIENTE | TERRIBLE EL DESORDEN EN SEYBAPLAYA
La presidenta municipal de Seybaplaya, Magdalena Jiménez Pacheco, ha alcanzado celebridad pública por las diversas torpezas que ha cometido. Desde aquél enfrentamiento con la ciudadanía, a quienes prohibió que la cuestionaran, “porque era la alcaldesa”, hasta la exigencia al Cabildo para que le compren una camioneta, o su pretensión de repartir sobornos para que los regidores convaliden su decisión de contratar a otro tesorero.
Amigos de esa pintoresca comunidad que tiene sin duda alguna, una gran perspectiva de desarrollo, nos aseguran que no hay que darle todo el mérito a la “maestra” Jiménez Pacheco, pues hay otros detrás de ella que la manipulan a su antojo.
Y nos aseguran que Edgar Felipe Avilés Salazar y Róger Iván Bernés Torres, quienes ostentaban los cargos de jefe de oficina de la Presidencia y director de Administración, fiel al estilo que aprendieron de otras administraciones, son los que mantienen copada y controlada a la alcaldesa.
Quienes los conocen, saben que Edgar Avilés apoya en tiempos de campaña con recursos económicos para que posteriormente cobre facturas y se enriquezca en el servicio público, realizando obras de baja calidad y, lo que es peor, no finaliza en los tiempos acordados, usando el material destinado para ello y jalando todo el dinero a su favor. Lo peor es que no están conformadas las carpetas de expedientes técnicos.
Su incondicional y apoyo es Róger Bernés, que es el que cuadra y facilita las acciones a beneficio de la empresa de Edgar. Ofrecer dinero para que lo ayuden a acelerar los trámites a su favor es algo que realizan muy bien. Lo peor de todo es que no le reportan a la presidenta sino a César Narváez que es el poder detrás del Ayuntamiento y quien recibe, en sobre cerrado, su parte proporcional y decide todos los temas de obras y que tienen que ver con los recursos económicos municipales.
Seguramente, como ha sido su modus operandi, él realizará el informe anual, las evaluaciones de obras, la entrega recepción embolsándose todo el recurso, no precisamente para apoyar a los ciudadanos, además de que no le da la oportunidad a profesionales del Municipio.
Para este caso y otros similares donde participan los dos servidores públicos señalados, que se benefician realizando lo contrario a sus deberes ya que retardan u omiten el desempeño de sus funciones, se está en presencia de un delito, razón por la cual vale preguntarse: ¿por qué la presidenta municipal no hace nada?
Ya se les quitó del encargo y se pensó que la presidenta estaba poniendo orden, porque es ella quien sufre y sufrirá las consecuencias legales, pero no fue así, porque fungen como asesores y siguen teniendo el control haciendo lo mismo, manipulando y dándole órdenes a los que ocuparon sus lugares aunado a que está empeñado en poner como tesorero a su amigo de Dzitbalché, Aldo Pérez Mendoza.
Ejercicio ilícito de servicio público, abuso de autoridad, coalición de servidores públicos, uso ilícito de atribuciones y facultades, pago y recibo indebido de remuneraciones, concusión, intimidación y ejercicio abusivo de funciones, son los ilícitos por los que bien pudieran fincarles responsabilidades a ambos personajes si hubiera realmente interés en poner orden.
¿Por qué la Contraloría o el Órgano Interno de Control no hace nada si tiene la facultad de sancionar la responsabilidad administrativa funcional y separar temporalmente de la administración pública a servidores y funcionarios que cometan infracciones administrativas en el ejercicio de sus funciones? Esta institución debe ser consciente que incumple igual sus deberes y ocasiona perjuicio al Estado.
¿Habrá alguna persona en el Municipio que haya leído el Capítulo II De las faltas administrativas graves de los Servidores Públicos de la Ley General de Responsabilidades Administrativas? Debería enfocarse en el que señala que “habrá intereses en conflicto cuando los intereses personales, familiares o de negocios del servidor público puedan afectar el desempeño imparcial de su empleo, cargo o comisión”.
Hay muchos argumentos jurídicos y evidentes actos de corrupción que ameritan meter mano en la Comuna de Seybaplaya. Tal vez la alcaldesa Magdalena Jiménez se encuentre bajo los influjos de la Bruja del Morro, o es que sus subordinados saben dividir con ella los negocios que han armado, pero lo verdaderamente cierto es que hay un nido de corrupción terrible, y que los menos beneficiados son los ciudadanos.
Eso de no mentir, no robar y no traicionar, no tiene vigencia en el paraíso costero de Seybaplaya.