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#EXPEDIENTE | OFENSORA OFENDIDA, CARECE DE CREDIBILIDAD

Es bastante extenso el historial de la gobernadora de Campeche Layda Elena Sansores San Román como una persona irrespetuosa. Tanto, que su nombre, junto con los de algunos de sus colaboradores, está en el registro de personas violentadoras de género, por haber difundido expresiones misóginas contra diputadas federales del PRI.

Pese a que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le ordenó desde julio de 2023 ofrecer una disculpa pública a las afectadas, hasta el momento se ha negado a cumplimentar el resolutivo, para lo cual esgrime toda suerte de excusas.

Hay evidencias de que no respeta ni a las de su género. Mucho menos si se trata de adversarios políticos o periodistas críticos. No se olvidan sus acusaciones de “cínico, canalla y asesino” contra el exalcalde mocista Eliseo Fernández, y de “misógino y corrupto”, entre otros epítetos, al exgobernador Alejandro Moreno Cárdenas. También acusó públicamente a la alcaldesa de Campeche, Biby Rabelo de “proteger y encubrir a su amante”, a quien por cierto, identificó por su nombre y apellido. No lo repetiremos aquí, porque nosotros sí respetamos.

Y es tan grande su desfachatez, que ahora se dice “defensora de las mujeres” y lloriquea en programas pagados que sus ataques contra la libertad de expresión buscan “parar la misoginia y los insultos contra las mujeres”. ¿Ah sí?
Ya olvidó que sin pudor alguno ordenó que quemaran la vivienda, destituyeran como presidenta de la Junta Municipal de Felipe Carrillo Puerto, Champotón, y encarcelaran a Griselda Puc Valverde, solo porque ésta le reclamó la falta de obras para su región, y la destrucción de caminos por las obras del Tren Maya. La pobre mujer lleva dos años presa por capricho de quien hoy dice defender a las mujeres.

Esa misma que acusa que los periodistas la ofenden y la difaman, es la que llamó “animales” a las suegras de los campechanos; es la misma que abandonó a las Mujeres Valientes abusadas en el fallido operativo de Kobén, y quien calificó como “chacales, extorsionadores y corruptos” a los policías que en solidaridad con sus compañeras se sublevaron contra Marcela Muñoz.

Peor aún fue la trayectoria política de Sansores San Román. Sobran registros de sus mentadas de madre contra sus compañeros senadores, de sus ofensas e insultos contra el expresidente Enrique Peña Nieto y contra integrantes del gabinete federal. Abusó de la libertad de expresión para agredir y difamar, de manera que tiene una bien ganada fama pública de ofensora, por lo que muchos ahora se extrañan de que asuma un papel de ofendida.

En Youtube están sus programas semanales para atestiguar que fue ella la que inició una larga campaña de odio e insultos contra periodistas y medios de comunicación, la cual era replicada hasta el hartazgo por sus seguidores y porristas a sueldo.

En esos programas quedó plasmado que Sansores no solamente estigmatizaba a los comunicadores con la entrega del “pinocho de oro”, sino que distorsionaba los rostros de sus adversarios para hacerlos repudiables, detestables y odiables, valga este último término.

La misoginia de Layda también se puede comprobar verificando que le otorgó ese “premio” varias semanas consecutivas a la senadora Karla Toledo. Y en algún momento ¿se quejó la priísta de violencia política en razón de género por la campaña de odio que le patrocinaba la gobernanta en su programa?
Sobran las pruebas de que fue Layda Sansores quien ha sembrado odio y división entre los campechanos, por ello es que resulta incongruente que ahora quiera asumir el papel de víctima, alegando que sólo busca defender a las mujeres.

Pero ahí no terminan sus excesos, pues abusando de su poder y control sobre el Poder Judicial, ordena a los jueces que se ensañen contra periodistas, como Jorge Luis González Valdez, contra los medios, como Tribuna —por recetarle una sopa de su propio chocolate—, y hasta con gente ajena a la labor editorial, como es el administrador de Organización Editorial del Sureste, Isidro Yerbes Cruz.

Toda esta trayectoria de política irrespetuosa y ofensora ha extinguido la credibilidad de Layda Sansores, que ahora intenta desvirtuar la realidad en programas y noticieros a los que ha acude para dar “su versión” de los hechos. Quienes la conocen, simplemente no le creen.

La aberrante decisión de la jueza Guadalupe Martínez Taboada en contra de González Valdez, Yerbes Cruz y Tribuna, derivada de la arraigada y añeja obsesión de Layda Sansores por acallar a los medios independientes y encarcelar a los periodistas críticos, ha tenido en cambio, una resonancia nacional e internacional, pues se comprueba como una campaña bien orquestada contra la libertad de expresión en México.

Intentaron silenciar a González Valdez, pero su voz ahora resuena en todo el país y en algunas partes del extranjero, como una víctima del abuso del poder y de la represión en este país. Lo lamentable es que la lista de periodistas y ciudadanos agredidos por expresarse libremente, cada día va en aumento.

Nuestro país vive momentos negros para el periodismo y la libertad de expresión. Sin ella no habría democracia, por lo que solo unidos, periodistas y ciudadanos, en un gran frente común, podremos frenar estos excesos que excretan tufos a autoritarismo, tiranía, y a gobiernos dictatoriales.

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