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EXPEDIENTE | CAMPECHE, EN MANOS DE LA VIOLENCIA

Una vez más, el obispo de Campeche, monseñor José Francisco González González, ha puesto el dedo en la llaga al advertir sobre el creciente aumento de la violencia, la inseguridad y la impunidad, sin que hasta el momento la nefasta gobernadora de Campeche, Layda Elena Sansores San Román, al menos acepte que el problema es grave.

Es claro que el obispo de Campeche, al igual que nosotros, reprueba el desempeño de la ineficiente, corrupta y negligente secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana, la guanajuatense Marcela Muñoz Martínez, más dedicada a sus operaciones estéticas, que a diseñar operativos para reforzar la vigilancia en las zonas de más riesgo, o para detectar a esos motociclistas que andan por todas partes fuertemente armados.

Todos los días se tienen reportes de balaceras en colonias, barrios y fraccionamientos de esta capital y de las principales cabeceras municipales del Estado. Ya nadie se salva de la violencia. Y es común que las ejecuciones sean cometidas por sicarios armados que se trasladan en motocicletas. ¿Por qué a esos no los detienen en los retenes? ¿Por qué les permiten deambular libremente con sus armas de fuego al cinto?

Expuso el obispo en su homilía del pasado domingo que “la violencia en Campeche continúa en aumento, y con ella, la desconfianza de la ciudadanía hacia las autoridades, lo que ha generado una baja significativa en las denuncias por delitos”.

Según el jerarca católico, las personas prefieren no denunciar por la falta de seguimiento por parte de las autoridades y el riesgo que conlleva la pasividad en las investigaciones. “La gente sabe que si denuncia, no sucederá nada, por lo que prefieren callar”, afirmó. Sin duda ha crecido la frustración de los ciudadanos al ver que sus denuncias no tienen un impacto real en la reducción de la inseguridad.

El obispo también destacó la relación entre la violencia y la pérdida de fe en la sociedad. Aseguró que cuando la fe y la esperanza disminuyen, la violencia, el odio y el robo se normalizan y generan un ambiente de desesperanza. “Es necesario salir de las iglesias y enfrentar la realidad, ayudando a aquellos que viven en la cultura de la violencia a encontrar un camino hacia la paz”, señaló, y advirtió con mucha severidad: “Si no hay seguridad, todo está en riesgo”.

Es muy probable que la corrupta y represora Layda Sansores prefiera darle un “pinocho de oro” a José Francisco González González, o una vez más asegurar en su mitotero programa de los martes, que “el obispo no quiso decir lo que dijo” (aunque en esta ocasión lo esté reiterando el prelado), en vez de tomar al toro por los cuernos y aceptar que el problema es muy serio.

Lo mismo que advirtió el domingo pasado el obispo González González, lo han sostenido ministros religiosos de otros cultos; dirigentes empresariales de las cámaras nacionales de la Industria de Transformación (Canacintra), del Comercio y Servicios Turísticos (Canaco-Servitur) y del Consejo Coordinador Empresarial, de agrupaciones campesinas, de representantes de productores de Ciudad del Carmen, etcétera.

Hay unanimidad de todos los sectores de Campeche —con excepción claro, de los funcionarios estatales y de los diputados rastreros de Morena— respecto al aumento alarmante de la violencia, y también coinciden en que la anciana gobernadora prefiere esconder la cabeza, como avestruz, en lugar de enfrentar el problema.

De la inepta, negligente y corrupta Marcela Muñoz nada se puede esperar. Ella está más ciega que una tuza y hasta se ha olvidado de la represión que implementó contra cerca de 200 elementos policiacos que se sublevaron para exigir mejor trato, equipos funcionales y dignos, y contra la corrupción que impera en esa dependencia.

A propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la “maestra” Marcela (como exige que la llamen),  publicó en sus redes sociales: “¡Rompe el silencio! Tu voz tiene poder. No estás sola”, olvidando que cuando las “mujeres valientes” decidieron abrir la boca en su corporación, fueron violentamente reprimidas y arbitrariamente cesadas. ¿Ya lo olvidó?

Luego publicó: “Esta tarde iniciamos 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género y lo hacemos con la firme convicción de que el cambio es posible. Hoy les digo a todas las mujeres: no están solas. En la SPSC estamos trabajando para protegerlas y acompañarlas. Y también les digo a todos los hombres: sean aliados. Durante estos 16 días, como todos los días del año, trabajaremos para construir un Campeche donde las mujeres seamos libres, respetadas y valoradas… porque todas las mujeres merecemos un mundo donde vivir sin miedo sea la norma no la excepción”.

Frases huecas las que escribió y presumió la inútil, corrupta y cínica “maestra” Marcela, ya que hay por lo menos medio centenar de mujeres policías esperando por esa justicia que la guanajuatense promete para otras, pero que les niega a quienes dedicaron gran parte de su vida a servir en la seguridad de los campechanos y fueron ofendidas, maltratadas y humilladas por una funcionaria que tan pronto termine el sexenio de Sansores San Román, se irá de Campeche para refugiarse en el sitio que hace poco más de tres años abandonó.

Para ellas no existe ese “Campeche donde las mujeres seamos libres, respetadas y valoradas”. Saben que mientras esté aquí Marcela Muñoz, no tendrán “un mundo donde vivir sin miedo sea la norma, no la excepción”. Si para ellas no existe justicia, para el resto de los campechanos tampoco habrá seguridad ni paz social, pues la inútil encargada de prodigar ese estatus ha fracasado rotundamente junto con su senecta gobernadora.

¿Qué compromisos atienden? El tiempo nos dirá.

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