EXPEDIENTE | EN LA LUPA, LUJOS Y EXCENTRICIDADES DE LAYDA
Dos mensajes importantes envió el Consejo Nacional de Morena (léase la presidenta Sheinbaum) a la militancia morenista, (entre los cuales hay desde gobernadores hasta legisladores federales, secretarios de Estado y alcaldes): el primero: pararle a los lujos, derroches y ostentaciones de opulencia, y el segundo, evitar campañas anticipadas y no desviar recursos públicos para las autopromociones políticas.
Sobre lo primero, en el tema de los derroches, los lujos y las excentricidades, está fuera de discusión que una de las principales destinatarias directas del mensaje de la Sexta Sesión Ordinaria del Consejo Nacional de Morena que se celebró el pasado domingo, es la gobernadora de Campeche, Layda Elena Sansores San Román, y varios, muchísimos de sus colaboradores.
El Consejo Nacional de Morena, a petición expresa de la presidenta Sheimbaum determinó que “todos los morenistas están obligados a conducirse con austeridad republicana, promover la igualdad, mantener independencia frente a poderes fácticos, rechazar la reelección y actuar conforme a valores democráticos”.
También les prohíbe “realizar viajes en primera clase o en aeronaves privadas, así como el uso de vehículos blindados, seguridad privada o personal de apoyo excesivo. Queda vedada la participación en congresos internacionales con fines ajenos a su labor pública, el turismo político, y la ostentación de lujos como joyas, ropa de diseñador, autos de alta gama o visitas a restaurantes exclusivos”.
Le faltó ponerle nombre y apellidos a esa dedicatoria, porque encajan perfectamente en los perfiles de la señora Sansores y de su servil y corrupta secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana, Marcela Muñoz Martínez. En el caso de ésta última, todos saben en Campeche las riquezas que ha acumulado, las mansiones que ha adquirido, y en qué tipo de vehículos blindados y de lujo se mueve, resguardada por decenas de guardaespaldas.
Sansores San Román y Muñoz Martínez son, sin lugar a duda, la antítesis de la austeridad republicana que exige la presidenta Claudia Sheinbaum y representan también dos claros ejemplos de corrupción, tráfico de influencias y nepotismo que debería sancionarse con todo el peso de la ley.
No son, sin embargo, las únicas que se salen del molde que exige la presidenta Sheinbaum. El presidente del Congreso, el diputado Antonio Jiménez Gutiérrez, quien salió de una colonia popular de clase baja, ha pasado por una metamorfosis no Kafkiana, sino anti-4T porque se transformó en uno de esos fifís que tanto repudiaba el expresidente López Obrador.
También encajan en ese perfil fifí Gerardo Sánchez Sansores, el sobrino de la gobernadora, quien sin ostentar algún cargo público que se conozca, se mueve en camionetas blindadas y tiene a su servicio como guaruras a por lo menos seis elementos policiacos fuertemente armados. ¿A qué le teme? En las mismas condiciones anda Laurita Sansores, con una vigilancia personal que no tenía ni Obama.
Los viajes en jets privados, comer en restaurantes exclusivos, portar ropa de marca y hacer ostentaciones de opulencia, son cosa de todos los días de la nefasta y perversa gobernadora Layda Sansores, y de eso ha tenido plena constancia la presidenta Sheinbaum
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¿Por qué en su reciente programa de los martes, no habló la perversa Layda Elena acerca de los acuerdos del Consejo Nacional de Morena? ¿Será porque casi todos los lineamientos están dirigidos a ella y a sus desubicados y descontrolados colaboradores? ¿Nio se quiso poner la soga al cuello o simplemente le valió una pura y dos con sal lo que hayan acordado los cándidos consejeros morenistas?
Porque algo sí es cierto: acabar con la corrupción y con sus demostraciones de opulencia no será cosa de un decreto, un acuerdo o un resolutivo de los consejeros morenistas, así ha crecido toda la vía y no va cambiar de forma de ser en el delive de su existerncia. Bien dice el refrán que changa vgieja no aprende maroma nueva.
Si hablamos de nepotismo, es claro que el Gobierno de “Todos los Sansores” lo practica a la perfección, y sobre los actos anticipados de campaña y el uso de recursos públicos para la promoción de sus prospectos, es cosa común en las calles, las bardas y los mensajes en las redes sociales.
La pregunta que sobresale en el ambiente sobre esew tipo de resolutivos es: ¿quién le pondrá el cascabel al gato? ¿Quién se atreverá a enviar al Consejo de Honor y Justicia de Morena las pruebas y evidencias contundentes de que en Campeche se violan todos y cada uno de olos acuerdos de su Consejo Nacional? y si la propia presidenta Sheinbaum ha atestiguado las excentricidades de los Sansores ¿les va aplicar las sanciones que contemplan los propios ordenamientos de su partido?
Porque bien dice el refrán que del dicho al hecho hay mucho trecho, y parece que este asunto no va pasar del mero discurso demagógico.