Expediente

EXPEDIENTE | LA FARSA DE BISMARCK Y RENATO

En medio de la tormenta —y no precisamente de lluvias causadas por “Alberto”—, en los medios de información tras el pleito que sostuvo con el exfiscal Renato Sales Heredia a consecuencia del alcohol y de la pasión, supuestamente por unas faldas, el pocista Bismarck Richaud Coral anunció el pasado martes 18 de junio su renuncia a la Dirección General del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Champotón (Itescham).

Ese mismo día, y como parte de un nuevo montaje para tratar de parar la rumorología que se había extendido bastante, y que amenazaba con instalarse en el chismerío nacional, tanto Bismarck como Renato, aceptaron prestarse a una farsa, a un show previamente armado para tratar de vender la idea de que no había pasado nada, que todo fue inventado, y que la paz, la armonía y el amor prevalecían entre ambos.

No se sabe con precisión qué fue primero, si la renuncia de Bismarck Richaud a la Dirección General del Itescham (el mensaje lo subió a sus redes sociales a las 6:50 de la mañana), o el desayuno-show-farsa a que acudió junto con el exfiscal al domicilio particular del periodista oficial Tomás Zapata Bosch, en cuyo espacio digital negaron todo lo que se había difundido sobre el pleito entre ambos, y donde los tres calificaron el periodismo que se ejerce en Campeche como “una miarda”.

Siendo el propio Zapata Bosch el que se esmeró en otorgarle ese calificativo al periodismo campechano, suponemos que habla con  conocimiento de causa, pues ese es el periodismo que él en lo particular ha ejercido desde hace varios años, luego de fracasar como servidor público de los gobiernos priístas. Siempre está al servicio del gobernante en turno.

No olvidemos que fue Zapata Bosch parte del grupo político conocido como “G-20”, que trabajó al lado del nefasto exgobernador Jorge Salomón Azar García. Mucho antes formó parte del grupo sansorista, desde donde le consiguieron puestos en los gobiernos priístas, sea para fungir como vocero de la policía o de la Secretaría de Salud, e incluso convirtiéndolo en dirigente municipal del PRI en la capital, cargos en los cuales fue cesado por su desmedida afición al alcohol y a otras sustancias que le hacían perder la razón, por lo que era muy común saber de sus desfiguros y escándalos en sitios públicos.

En este tenor, es obvio que tanto Zapata Bosch como Renato Sales y Bismarck Richaud comparten aficiones y también anécdotas sobre los ridículos en que han incurrido cuando se les pasan las copas, pierden los estribos o simplemente se dejan llevar por sus pasiones muy personales.

No es este el espacio para narrar los desfiguros de cada uno de ellos, pero si fuera necesario, seguramente que “el periodismo de miarda” que se practica en Campeche (Tomás Zapata dixit) agradecerá muchísimo nuestras aportaciones.

Por lo pronto, y basándonos exclusivamente en la medición de las reacciones a ese desayuno televisado entre Tomás, Renato y Bismarck, las cuales se pueden corroborar revisando lo que se ha publicado en redes sociales, podemos afirmar sin temor a dudas que nadie —fuera de troles, voceritos y bots— se tragó el cuento de que no hubo ningún pleito entre los ahora exfuncionarios laydistas.

Es obvio que Bismarck incurrió en un nuevo exceso propiciado por el consumo abusivo de alcohol. Ya tiene antecedentes de golpeador de mujeres y de violencia extrema cuando pierde los estribos. 

Hay testigos de los hechos, hay agentes ministeriales que participaron en los sucesos entre él y el exfiscal, y hasta la camioneta del hoy exdirector del Itescham se encuentra en los separos de la Policía prácticamente inservible, debido a las embestidas que le dio al vehículo donde se trasladaba Renato.

Es más, la razón por la que Richaud Coral presentó su renuncia como director del Itescham al día siguiente que estalló en los medios digitales de la capital el escándalo en que se vio involucrado junto con el fiscal, fue porque le exigieron que dimita, pues había agotado las oportunidades que le concedieron tras sus escándalos anteriores, y esta vez ya no estaba Raúl Pozos Lanz en una posición estratégica para abogar por él.

En la transmisión en vivo del desayuno fraternal que sostuvo con Renato y con el periodista oficial del Gobierno sansorista, se puede apreciar su evidente incomodidad, su nerviosismo y un lenguaje corporal que decía que todo lo que estaba ocurriendo era una farsa más. Si por él fuera, tal vez le hubiera propinado al exfiscal los golpes de los que se salvó gracias a la intromisión de los guardaespaldas y de los agentes ministeriales.

El que estaba más urgido de ese show de desmentido era Renato. Espera una promoción al Gobierno Federal o en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, y estos antecedentes “manchan” su ya desaseado expediente personal.

Lo curioso es que la gobernadora Sansores, su sobrino Seso Loco  y Tomás Zapata Bosch pretendan engañar con ese “periodismo de miarda” que tanto critican los tres, a la bien informada opinión pública campechana, que ya no se va con la primera versión, sino que busca y rebusca otras a fin de reforzar la verdad, sin intentos de manipulación por los malpagados voceritos de este régimen.

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